GUAY | Revista de lecturas | Hecha en Humanidades | UNLP

POESÍA

GUILLERMO KORN


asesinaciones / matria mia azul / comparancias (1985)
de Julio Huasi

     Las consecuencias de la dictadura militar fueron tantas y tan graves en el cuerpo social que las de otro tenor quedaron invisibles. El corte entre generaciones, por ejemplo, se dio en el campo de lo político, pero también en el cultural. De allí el desconocimiento sobre experiencias estéticas previas. El trabajo de cientos de escritores, pintores, músicos fue ignorado. Como si nada de lo hecho hubiera quedado en pie. Tierra arrasada. Junto a las personas desaparecieron tramas enteras de la riqueza cultural e intelectual.

     A comienzos de 1985 aparecía un pequeño libro. A primera vista sobresale un título que abarca tres, las líneas de una carta destinadas a la contratapa porque el autor de las mismas –Julio Cortázar– murió antes de llegar a prologarlo, varios dibujos de Carpani y un sello editor que encubre a uno de los libreros más comprometidos y legendarios de la calle Corrientes (“páter de libros que le dieron de comer y a otros / salva a sus criaturitas de tanto holocausto”). Ese año quedó marcado por dos hechos políticos: la implementación del Plan Austral y el juicio a las juntas. En lo cultural otras son las marcas: el primer disco de Sumo, el estreno de La historia oficial, las primeras emisiones de la Rock & Pop, una retrospectiva de Gorriarena en el Sívori, el Vengo a ofrecer mi corazón, de Mercedes y la publicación de Los conjurados, el libro último de Borges. La lista podría extenderse apenas. Una síntesis de los vaivenes del tiempo del alfonsinismo. ¿Un paraíso a la luz del presente? Tampoco tanto.

     Tres libros en uno: asesinaciones /matria mia azul / comparancias. Julio Huasi había publicado el primero, en Madrid, en 1981. matria mia azul fue escrito en tres ciudades, entre 1972 y 1981: Santiago de Chile, Buenos Aires y Madrid. Estas dos ciudades y dos años –1982-1984– comprenden las comparancias. Tríada por dónde asoma un universo de nombres mencionados en sus versos, títulos o dedicatorias. Amigos, poetas, familiares, músicos, compañeros de militancias se confunden en convivencias, periplos, homenajes, complicidades, recuerdos, ciudades, exilios, regresos, sueños, apuestas y pérdidas. Los poemas remiten a un tiempo que no es: el de la revolución. Tampoco lo era al momento de la publicación, aunque se cuele algún poema sobre la Nicaragua sandinista o sobre Fidel. El tiempo de su escritura –lo que le marca un tono singular– es el de la derrota.

pérdidas

pérdida y más pérdida, lo más bello y más amado,
tengo el alma llena de huecos terribles, tantas
soledades me devoran como el león su propia cría y
ya sólo me falta perder el pucho de mí mismo.
Ahogados en perdeduras por dios pordioseros
de fuego para perdernos de una vez o ganarnos
el pez de la libertad mojados hasta el ánima,
no perdurará la perdición ni habrá perdón
ni por un solo cabello de todo lo perdido,
quien pierda último perderá peor, verdugos,
mejor así, dios y adiós a tus adioses y pordioses,
ya nos pagarán los del buitral todas muy juntas,
cuando soltemos el pumaje nos reiremos perdidamente,
el amor con el amor y el desdén con el desdén,
nuestro undécimo mandamiento es no mendigar,
por ahora, venga otro vino para los amigos

     A Huasi lo llamaban “el juglar de la Revolución”. Se cuenta también que en los sesenta iba por los pueblos con la poesía a cuestas, para desempolvarla en los tablados, en cualquier huelga, en las cárceles. Sobre él escribió Nicolás Guillén: “el único juglar de verdad que he encontrado en mi camino”. Los funcionarios de frontera no entendían por qué ese periodista apellidado Ciesler llevaba en un baúl, con su exiguo equipaje, varios ejemplares de Sonata popular en Buenos Aires, de un tal Huasi. La palabra elegida como nombre significa, en quechua, residencia, hogar. El poeta es un prestidigitador –“truco mágico, ilusión”– que en vez de pañuelos y conejos arrojaba versos. Raúl González Tuñón ponderaba su poesía y le tenía aprecio a Huasi. Julio también reincidió en blindar la rosa.

     Los pocos que lo recuerdan olvidan mencionar dos libros primerizos: Las bodas universales y ¡El terror fascista no pasará! No es extraño. El mismo González Tuñón menciona la Sonata popular… como el primer libro. Huasi eligió dejarlos arrumbados en algún sitio, sin listarlos como antecesores de Yanquería, Los increíbles o Bandolor. Quizá la decisión se deba a que en ese tránsito poético también dejó, a la vera del camino, ciertas resonancias castizas, más no castas (“pasad y ved/ dos lo hacen y una mira / cuando él se cansa /ellas prosiguen encantadoramente /dios patria y hogar todos en la cama / yo iré con una navaja y se ha de armar la baraúnda”). Esas tensiones supo cruzarlas con lo popular: como letra de un tango (“San Pedro y San Pablo”) que versionó el Polaco Goyeneche con la orquesta de Aníbal Troilo, o como canción (“La gaviota”) del primer disco de los Quilapayún post Víctor Jara. O hacerlas confluir con las vanguardias: algunos versos del poema que dedicó a un militante del MIR, muerto accidentalmente, fueron incluidos en una composición de Luigi Nono –relevante compositor de música contemporánea– compuesta para orquesta sinfónica, cinta magnetofónica, piano y soprano.

      asesinaciones /matria mia azul / comparancias es el libro de un poeta de los sesenta. Su métrica irregular, su cercanía a la lengua hablada, la puntuación remisa, el verso libre y hasta el imperio de las minúsculas ayudan a ubicarlo en ese casillero. Pero esa es una tarea ingrata y vana. Mejor asumir que este libro desestructura, interpela y cobija otra lengua para hablar de la derrota. En primer término desde una ruptura: el reemplazo del concepto de patria por el de matria (“matria mía crucificada en treinta mil agonías”). El femenino desplaza la condición viril del poder encarnado en ese tiempo por los militares. Huasi elige el neologismo como “un homenaje a todas las madres que insistentemente han clamado por la libertad en la plaza de mayo. Yo, a partir de este hecho maravilloso decidí que en lugar de patria, tengo matria”. Un contrapunto que revierte en resistencia y una dedicatoria primera, a las Madres y las Abuelas de la plaza. Otros usaron antes la idea de matria –Miguel de Unamuno, por ejemplo–; pero en esta elección se enfatiza el sesgo poético-político. La matria cobra, como el libro todo, una dimensión continental. En una canción que ya no se escucha se dice que “La patria no es un solo lugar”. Tampoco la matria lo es. Interpelación trágica donde se escribe pampa y se lee Latinoamérica. Los otros títulos: asesinaciones y comparancias dejan asomar referencias más explícitas. En todos, el territorio resistente es el de la creación. Huasi modela la palabra, con las heredadas construye neologismos. Voces como lunaire, sangreducto, hembría, penambres, hermanaje, muertura, humanería y tantas más resuenan en el trabajo de un orfebre que talla la materia en bruto hasta perfilar su singularidad. El libro exuda aromas girondianos, aunque Oliverio no esté mencionado. Ambos coinciden –más allá de las aliteraciones, la invención de vocablos, la contaminación y mezcla– en trazar la frontera lejos del gesto transgresor, la curiosidad y la extrañeza sonora.

     En una carta, Cortázar refiere al “ataque que le llevás a la lengua, la forma en que transgredís sin miedo cualquier ‘tabú’ del castellano para crear formas expresivas de una enorme fuerza. ¿Quiénes entenderán esto, a partir de un título que ya es un salto en lo nuevo? ¿Quiénes tendrán el coraje de sacarse los pantalones del cerebro y los calzoncillos de la tradición para ver como los estás metiendo en una dimensión diferente?” Poco después, el autor de Octaedro reafirmará su creencia en que asesinaciones era “el más importante libro de poesía argentina de todos estos últimos años, ya que el avance que hacías en él, en el terreno de la escritura y la desescritura”. ¿Cómo desacralizar la lengua para hablar del horror colectivo y la pérdida? Pregunta retórica que expone una búsqueda por fuera del énfasis en lo lacrimógeno.

     Huasi no se inhibe de intercambiar resonancias con el lector en su construcción poética. En matria mia azul se engarzan reminiscencias de canciones infantiles –“dame una mano, dame la otra y ahora / la pata, amor, fuerza y desenterrémonos” (otruras)– con otras provenientes de la gauchesca –“los hermanos sean reunidos y armados de tus lloros / en la recámara de tu azul, guitarra mía y bajen / por tus caderas las caballadas de tu amor”–. Ensambles entre la gauchesca y la cita bíblica: “si los hermanos no sean unidos en gracia y desgracia/ mientras el curvaje relame su munición y nos aplaude,/ hijos de mi madre, amáos los unos a los otros” (evangelio según san fierro); estilos criollos: “guitarra, guitarra mía, calla si ella te besa”; reescrituras de versos yupanquianos: “porque no engrasan tus ejes los forman con retreta de hoces / y arrean de espaldas a paso vivo al camposanto” y retomes provenientes de la música ciudadana: “…sólo que/ tengo miedo de las noches pobladas de agonías,/ remonten a toda luz los focos de tu sonrisa, gardel” (gardelaire), o “si supieras, amor, que aún dentro mío” (cumparsita). Los géneros nacionales se distorsionan en la recreación y reescribe, sin convenciones, poemas de sus libros anteriores. En asesinaciones /matria mia azul / comparancias lo íntimo se enlaza con lo social y lo colectivo se refleja en ese pliegue que no omite el canto lúdico. En somos una gran familia, se lee

armémonos de valor y vayan a la guerra
exhortan los señores a los súbditos
y es el muerterío de pobres contra pobres
que los sobremurientes sepulten a los bajomurientes
y aquí sea la paz, la pax, la paece,
eh, dragones, dice el mariscal que luchéis
hasta la muerte y luego iremos todos a almorzar

     Fina Warschaver percibía, en 1961, que Huasi que era “una voz auténtica. Tiene su propia respiración y la exhala con vigor, con una especie de verborrea desesperada”. Esa caracterización alcanza los distintos libros de Huasi. Un misticismo laico los recorre. Un rezo ecuménico en la que el poeta es un coreuta que resiste. Su lengua insurreccional y dolida, angustiosa y resistente, perfila a quien encarna la figura del sobremuriente: … si da vergüenza quedar vivos/ sobremorir así con el osario en la garganta” (ave argentina). Es aquel que puede hablar de y por los que ya no están. El primer poema comienza así: “me ahogan, matria, tus olas de sangre”. Y el último dice: “trenes de la angustia me pasan por encima”. Las tres décadas que han transcurrido entre su publicación y estas líneas que borroneamos permiten suponernos sagaces. Poco dijimos de su doble oficio, donde el rol de periodista completaba al poeta. En 1970, Huasi escribía: “Cuando puso en su boca el cañón del revólver imitación Smith & Wesson calibre 44 quizá pensara que el gatillo y su repercusión atroz lo liberara de sus tenaces vampiros y los concretos fantasmas de su vida. O quizá que ese gesto final ajusticiara y vengara más de una crucificación ocurrida en su cuero azaroso y su poesía marginada del mercado cultural”. Esa nota, publicada en Nuevos Aires, hablaba de la muerte del poeta chileno Pablo de Rokha. Tres años después, un artículo de su autoría abría el primer número de la revista Crisis. Esas páginas trasuntaban el clima de los días de la revolución. En 1987, en el cierre de la segunda etapa de la revista, salen publicados unos poemas pertenecientes al libro que comentamos. En el breve copete se alude a una fecha y a una noticia: “la madrugada del martes 10 de marzo sonó como un balazo: se suicidaba el poeta Julio Huasi”. Sus poemas seguían hablando del tiempo de la derrota.

GUILLERMO KORN

Sociólogo y ensayista, sus trabajos últimos están dedicados a cuestiones culturales en tiempos del primer peronismo. Es autor de Hijos del pueblo. Intelectuales peronistas: de la Internacional a la Marcha.