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LITERATURA/POLÍTICA/ENSAYO

IVÁN SUASNÁBAR


Patria y muerte. Escritos sobre literatura argentina y política (2023)
de Miguel Dalmaroni

patria y

La Plata, 21 de marzo de 2024 

Este texto fue leído en la presentación de Patria y muerte. Escritos sobre literatura argentina y política, en Librería y Editorial Malisia (diag. 78 n° 506), en la ciudad de La Plata.

     “El crítico es un estratega en el combate literario”, afirma Walter Benjamin en el epígrafe con que se inicia el primer ensayo de Patria y muerte. Escritos sobre literatura argentina y política. Tirar del hilo de este aforismo típicamente benjaminiano que forma parte de sus “Trece tesis sobre la técnica del crítico” nos permitiría empezar a hablar de este libro que, como el propio Dalmaroni señalaba en las palabras preliminares de la primera edición la de Biblioteca Vigil, de 2020, está hecho de borradores inéditos y de fragmentos de trabajos publicados con anterioridad, pero que ahora se nos ofrecen corregidos, revisados, ampliados, reescritos. 

     Volvamos a la cita de Benjamin, entonces: crítica, estrategia, combate. Tres palabras que, de algún modo, atraviesan cada uno de los diecisiete ensayos que componen este libro y, sobre todo, caracterizan la intervención crítica de su autor. O, mejor dicho, el modo en que Dalmaroni interroga con la convicción y la certidumbre de quien sabe que escribir es volver y una otra sobre algunas insistencias esa caja negra de la historia de la literatura argentina: su relación con la política. Y como el marino Marlow de viaje por el Congo, hacia allí va Dalmaroni, hacia el centro mismo del corazón de las tinieblas de una historia hecha, como todos bien sabemos, de sangre, muerte, exilio, censura, desaparición, pero también de grandes momentos de gozo, resistencia popular y alegría revolucionaria. De todo esto junto entremezclado, diríamos, está hecho este libro.

     Sin ir más lejos, bastaría con mirar el índice y leer en voz alta el título de algunos de los ensayos aquí reunidos para darnos una idea de los “entreveros” para usar una palabra del propio Dalmaroni, que recupera también Enrique Foffani en el magnífico posfacio que acompaña esta nueva edición, bastaría leer el índice, digo, para darnos una idea de la variedad de “entreveros” posibles entre literatura argentina y política; de los entuertos, de los malentendidos, de las desavenencias que se abren en esa “y” del subtítulo del libro. Es decir, de todo aquello que pasa cuando la escritura tensionada, al mismo tiempo, por la compulsión mimética y por el impulso hacia la desubjetivación se topa, ya sea porque lo intente o porque no le queda más remedio, con algo que, para decirlo rápidamente y a fin de poder entendernos, llamaremos “realidad”. Pero volvamos a los títulos de los ensayos: “Los siete locos”, “El llanto”, “La forma de la espada”, “La luna con gatillo”, “Sangre de amor correspondido”, “Lo imborrable”, “Cadáveres”, “El matadero”, “Operación masacre”, por nombrar solo algunos de los que, apenas leídos, evocan en la cabeza de quien más o menos conozca o haya transitado la no por breve menos intensa historia de la literatura argentina un mapa repleto de nombre propios: Arlt, Aira, Lugones, González Tuñón, Puig, Saer, Perlongher, Echeverría, Walsh. Y algunos otros que, aunque no estén aludidos en los títulos, también forman parte de este verdadero campo minado: Hernández, Sarmiento, Lamborghini, Ocampo, Gelman, Pizarnik y, por supuesto, Borges. 

     Demás está decir que uno podría leer en este libro el modo en que Dalmaroni analiza, con la agudeza a la que nos tiene acostumbrados, cada uno de estos entuertos, viendo en cada caso cómo se “tematiza” o “representa” la relación entre política y literatura, pero no sería del todo justo decir esto, puesto que lo que hace el autor es ir mucho más allá de la lectura de tópicos. A Dalmaroni le interesa menos la representación de la política en la literatura, que la especificidad misma de esa relación; es decir, lo que en verdad convoca a la escritura crítica es eso porque es un eso, verdaderamente, eso que pasa, digo, cuando literatura y política se sacan chispas mutuamente; cuando, como suele decirse, se desconocen y se paran de manos. Eso es lo que se propone Dalmaroni: ver de qué modo, con qué lengua, contra cuál doxa cristalizada trabaja la literatura más allá o más acá del repertorio de discursos ideológico-sociales disponibles. ¿Y por qué importa señalar la lejanía de estos ensayos respecto de la crítica tópica, de la crítica representativa-dependiente y contenidista? Porque sabemos que de lo que se trata –y esto Dalmaroni lo aprendió con Williams y nosotros de Dalmaroni, de lo que se trata, digo, es de aprehender “una experiencia que al parecer no es comunicable”, como ya dijera Williams en La larga revolución. Y estaríamos errados, al mismo tiempo, si pensáramos que este libro reúne solo ensayos sobre literatura, ya que Dalmaroni también se ocupa de examinar otros “entreveros”, como por ejemplo el de la relación entre crítica y política o, para decirlo de modo un tanto rimbombante, el de la relación entre intelectuales y esfera pública: de los románticos del siglo XIX al revisionismo histórico, del ensayismo de interpretación nacional a la lengua envalentonada de un Viñas o el reformismo socialdemócrata de una Sarlo, por mencionar solo algunas de las variantes más o menos radicalizadas, más o menos consensualistas en las que se puede pensar este “entrevero” en cuestión.

     Ahora bien, si hay estrategia y hay combate: ¿cuáles serían las “armas de la crítica”? A riesgo de no ser original, diría: la escritura. Una escritura que, como afirma el propio Dalmaroni en el apartado “Noticia”, cuando presenta estos ensayos, va más allá de los protocolos de la crítica profesional. Y acá me quiero detener un minuto, para señalar algo que es evidente para todos los que venimos leyendo intensamente a Dalmaroni desde un tiempo a esta parte: la potencia de su imaginación crítica. Algo que siempre estuvo, pero que, me animaría a decir, adquirió una nueva dimensión a partir de que comenzaron a proliferar las entradas de su columna en BazarAmericano: verdadero laboratorio de escritura en donde Dalmaroni, cual lenguaraz de la crítica, va y viene entre la teoría literaria, el ensayismo, la filosofía y, por supuesto, la literatura, y lo hace siempre con un estilo filoso, juguetón, irónico por momentos que no hace más que recordarnos la libertad –y uso la palabra libertad a propósito, porque su misma definición está en el centro de los debates y combates que estamos atravesando–, la libertad, entonces, de quien piensa y escribe mientras lee. No sobre lo que lee: mientras lee. La diferencia no es menor, ya que, como también nos enseñó Miguel, hay lectura justamente ahí donde algo “no termina de ocurrir”; ahí cuando la lectura fracasa en el sentido más pleno de la palabra o cuando, para decirlo con Paul De Man, se deja afectar por aquello que se le resiste.

     Sabemos también que la voz crítica nunca es algo del todo personal; o, más bien, que si lo es, eso se debe a que está hecha de otras voces y de otras conversaciones: en el caso de Dalmaroni, ese diálogo es un “diálogo con los muertos” es decir, con la tradición, con los maestros, con lo heredado, con lo que insiste en la cultura a pesar nuestro, pero también y sobre todo, es un diálogo situado con lo emergente, con lo que se está escribiendo, leyendo y discutiendo hoy. “Un crítico es aquello que lee, y un poco más que aquello que lee (…) Un crítico es un exceso, no solamente lee: hace la lectura posible”, dijo alguna vez Jorge Panesi. Eso es lo que hace Dalmaroni en este libro. En la mejor tradición de la crítica-ensayística, Dalmaroni como Panesi, como Viñas, como Sarlo, como Piglia, como González, por citar solo algunos de los ejemplos locales hace algo con eso que lee y nos lo devuelve transformado: a sus lectores y al público en general, pero también y de un modo especial a quienes se formaron con él; a los que fuimos alguna vez sus estudiantes y seguimos aprendiendo de él, porque para nosotros Miguel nunca dejará de ser eso también: nuestro profesor.

     Voy cerrando. “Quien no pueda tomar partido, debe callar” era otra de las “trece tesis” benjaminianas citadas en el epígrafe del primer ensayo de Patria y muerte, del que hablamos al comienzo de esta presentación. En efecto, Dalmaroni recoge el guante, no se saca el lazo con la pata, como se diría en el campo, sino que dobla la apuesta: toma partido y escribe desde allí. Un lugar de enunciación que es a la vez una ética y una posibilidad de seguir pensando y escribiendo a pesar de: de las modas teóricas, de los propios prejuicios y cegueras críticas, de los imperativos morales de una época, del autoritarismo, la violencia y el amedrentamiento de un gobierno de turno. Sabemos que la lectura arroja siempre un excedente, un resto ineliminable, y que ese residuo está siempre más allá, abierto a lo incierto e indeterminado de todo porvenir. Eso lo sabemos, digo. Pero también sabemos que el suelo de la crítica es el presente y que este presente extendido ese que se abre entre la edición de Biblioteca Vigil, en 2020, y la presente edición ampliada y revisada de Bulk que hoy aquí presentamos, nos convoca de un modo particularmente necesario y urgente. Este es, como dijo alguna vez un poeta, el juego en que andamos. Y en ese juego, agrego yo, se nos va la vida y, cada vez más, el destino de nuestra patria. 

IVÁN SUASNÁBAR

Es Licenciado en Letras por la Universidad Nacional de La Plata y Becario Doctoral de CONICET. Analiza los vínculos entre crítica literaria, redes editoriales y prensa diaria en suplementos culturales argentinos durante la primera década del siglo XXI. Actualmente integra el Proyecto de Investigación “Revistas, archivo y exposición: literatura argentina y publicaciones periódicas a partir del siglo XX” (IdIHCS-UNLP).