GASTÓN GALLI
¿Cómo funciona un gobierno? ¿Cuál es la rutina del gobernar? ¿Cómo se toman las decisiones en los niveles más altos? En Argentina se han conocido muy pocos testimonios respecto al día a día de la gestión de gobierno. Algunos ex presidentes y funcionarios han realizado defensas de sus gestiones, pero se refieren fundamentalmente a las grandes cuestiones, y son más justificaciones y explicaciones que relatos que permitan sospechar cómo se decidían realmente esas cuestiones.
Una importante excepción ocurrió en 2021, cuando Juan Carlos Torre publicó Diario de una temporada en el quinto piso: Episodios de política económica en los años de Alfonsín, donde relataba la increíble carrera del equipo económico del ministro Juan Vital Sourrouille para no ser alcanzado por una crisis provocada por problemas que ya se había resignado a no solucionar. El libro fue, justificadamente, muy leído y comentado.
Más desapercibida había pasado en 2007 la publicación de Isabel Perón.intimidades de un gobierno, libro escrito por el doctor Julio González, que fuera Director de Asuntos Jurídicos y Secretario Técnico de la Presidencia, reemplazando luego a José López Rega como Secretario Privado, hasta acompañar a la Presidenta en su último viaje en el helicóptero donde fue despojada del poder. Detenido en ese mismo acto, permaneció encerrado en dependencias militares. En abril de 1983 fue sobreseído y puesto definitivamente en libertad.
El relato que realiza González es, por momentos, apasionante. Porque retrata cómo se tomaban las decisiones en un gobierno presidido por una persona emocionalmente frágil y muy influenciable en sus decisiones. Lo curioso, a diferencia de otras crónicas de esa gestión, es que es un relato hecho con afecto personal y que presenta a Isabel como a una persona que estaba en casi permanente sufrimiento mientras cumplía con lo que consideraba que era su deber. Incluso cuenta ingenuamente varios momentos en los cuales tuvieron que disuadirla de renunciar y retirarse. Lejos de otros relatos que la ridiculizan, González no oculta su admiración por la Presidenta y su desprecio por aquellos que la traicionaron.
Sorprendente resulta la imagen que presenta de José López Rega. El libro cuenta con sencillez distintos momentos en los que éste exponía ante ministros, funcionarios y oficiales de las Fuerzas Armadas respecto de “relaciones interplanetarias y de antiguas religiones desaparecidas; de la relación del padrenuestro con las notas musicales; que la selva del Amazonas eran los vellos que cubrían el pubis de la Tierra”, entre otros asuntos. En otro momento escribe que era “un obsesionado por los temas esotéricos, pero faltaría a la verdad si no dijera que el tema, por lo extraño y novedoso, unido a la amena narrativa del expositor, causaba interés a la vez que daba al ministro la imagen de pastor de alguna extraña secta religiosa, pero puramente convencido de su fe”. También relata otro tipo de historias, retratando la influencia que llegó a tener en las decisiones presidenciales.
En un punto González concluye: “Tal como se presentaba ante mí, la personalidad de López Rega no se condecía en absoluto con la perversidad que se le atribuía. Era explosivamente sincero y no tenía frenos de ninguna naturaleza cuando se trataba de fustigar un mal proceder, de enjuiciar un acto perjudicial al Estado o al pueblo, de denunciar la deslealtad de cualquier figura prominente de las Fuerzas Armadas o el gobierno, o de poner en descubierto los dobles propósitos que anidaban en otras personas. Todo esto lo decía en presencia del enjuiciado y de otras personas, funcionarios, edecanes o ministros. Me cuesta creer que este hombre fuera capaz de ordenar matar a nadie. (…) ¿Tenía, acaso, una doble personalidad? Es muy posible.” Es significativo que en todo el libro no se mencione ni una sola vez a la Triple A.
Para los que leímos el libro en 2007, estas historias de un gobierno donde era muy influyente un astrólogo y espiritista, parecían una especie de fábula, entre kitsch y bizarra por lo que contaba y siniestra por lo que callaba. Pero, fundamentalmente, parecía un relato de un fenómeno imposible de repetir. Inevitablemente hoy pensamos ¿quién será el Julio González del gobierno de Milei?
Desde la publicación del libro, el mundo ha empeorado visiblemente. En ese lejano 2007 ya existían terraplanistas, creacionistas, antivacunas, tarotistas, médiums que se comunicaban con perros y hasta economistas que sostenían que la única causa de la inflación es la emisión monetaria. Existía, incluso, la familia Benegas Lynch. Pero eran todos personajes marginales, cuya evidente ridiculez parecía quitarles todo peligro.
Hoy contemplamos atónitos cómo sus creencias ya no son tan marginales y cómo lentamente parecen apoderarse del sentido común. En 2024 parece que todo puede ser cuestionado y que muy pronto nos veremos obligados a defender principios como la presunción de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, que la homosexualidad no es una enfermedad o que conviene respetar el tabú del incesto. En este extraño mundo en el que vivimos la autoridad intelectual parece residir en los que gritan más fuerte, los que insultan mejor, en los más intolerantes.
Ayer las cartas astrales y las sesiones de espiritismo recomendaban a López Rega la necesidad de crear una organización que se dedique al asesinato de los adversarios políticos. Hoy el tarot y los perros sostienen que los problemas de la Argentina se solucionarán cuando se ponga freno a la desaforada avaricia de jubilados, docentes, científicos y de los siempre insaciables pobres. También parecen recomendar una generosa dosis de represión para “los que no la ven.”
Estamos entrando en una era rudimentaria, de gritos, amenazas y violencias; de intolerancia y de culto a la ignorancia, en las que cualquier concepto complejo es desacreditado con resentimiento y en la que todo trabajo intelectual que no se entiende es el resultado de elucubraciones improductivas de gente que se queda “con la tuya”. Estamos entrando en un mundo donde la lectura, la investigación y la reflexión ya no tienen valor; un mundo donde es condenada la idea de que el otro es alguien con quien compartir un proyecto colectivo, sino que es alguien con el que hay que competir y al que hay que derrotar. Estamos contemplando a funcionarios que se jactan de dejar a otros sin trabajo, que militan para eliminar derechos o que ahorran suspendiendo la entrega de medicamentos oncológicos.
En los primeros setenta Isabel y López Rega eran excéntricos y no representaban a la sociedad que gobernaban. En el siglo veintiuno, Argentina y el mundo parecen bien representados en personajes como Trump o Milei.
Estamos todos locos.
Veterano alumno de la carrera de Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Ha escrito ensayos, intervenciones y reseñas para distintas publicaciones, algunas de las cuales dirigió.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | Universidad Nacional de La Plata
Calle 51 e/ 124 y 125 | (1925) Ensenada | Buenos Aires | Argentina