ANIMACIÓN
INÉS YASUDA
Sacate la Venda, Ajustá tus Ojos, Mirá el Espejo, Observá el Rostro de tu Madre [Take Off the Blindfold, Adjust Your Eyes, Look in the Mirror, See the Face of Your Mother] es la cuarta parte dentro de una serie de obras que la animadora experimental Jonni Peppers ha llamado La Venda [The Blindfold]. Esta consiste de cinco producciones animadas interconectadas en una historia que la directora ha desarrollado desde hace más de diez años: su primer largometraje, Wasteland (2016-2019); su miniserie Secretos y Mentiras en un Pueblo de Pecadores [Secrets and Lies in a Town of Sinners, o SALIATOS] (2020); su segundo largometraje, centrado en uno de los personajes de la serie, Barber Westchester (2022); su actual largometraje, Sacate la Venda (2025) –previamente pensada como una segunda temporada de SALIATOS–; y un largometraje final llamado El Estrato de los Conos [The Cone Layer], cuyo estreno –la artista prevé– será entre 2026 y 2027.
Con el pre-estreno de Sacate la Venda, se explicita la conexión entre las obras anteriores como parte de un mismo universo, la conformación de una serie de momentos puestos en montaje y la articulación de un conflicto narrativo y emocional que introduce La Venda, al mismo tiempo que invita a “sacarla”. Hablar de Sacate la Venda, es, en realidad, una excusa para hablar del universo que Jonni ha elaborado a lo largo de una década.
Acomodá tus ojos
Jonni Peppers es una animadora independiente y experimental que desde hace más de una década se ha dedicado a elaborar todo tipo de producciones animadas que se caracterizan por tener un estilo altamente caricaturesco, que roza entre lo “simple” y –entre muchas comillas– “mal dibujado”, que no es sino un juicio de lo que es considerado “alta cultura” y contra lo cual Peppers se ha rebelado. Meticulosa, creativa, autoexigente y genuina, sus obras se centran en exaltar narrativas, subjetividades y cosmovisiones emocionales en contraposición a una racionalización cohesiva y coherente. Con un estilo y movimientos que transparentan que el espectador está frente a “un dibujito” y contra toda regla que piensa a la animación como la creación de imágenes sucesivas que deben generar una ilusión realista de la vida, Jonni contrapone un universo afectivo que aborda temáticas sobre salud mental, la realidad, la conexión humana y la verdad. El humor, la belleza y la simpleza a la que alude la animación y de la cual la artista nunca se desentiende, sino que reivindica como medio necesario para construir personajes y universos confusos, complejos y aterradores.
Las historias de Jonni contienen una estructura antológica, con múltiples personajes, espacios y estilos. Pero hay un tono que persiste en este mundo de caricatura: todxs viven sus vidas sintiéndose, de una u otra manera, extrañxs. La alienación es una constante en La Venda; este habitar un mundo extraño y como unx extrañx se inserta en la propia materialidad del mundo que Jonni Peppers exalta a través de su técnica animada. A cada personaje protagónico le corresponde un estilo de animación diferente, desde donde se refleja su mundo emocional y psicológico. A esta experimentación técnico-artística se suma la inclusión de animadorxs invitadxs, que refuerzan un ethos cooperativo, colaborativo y plural del proceso creativo de la obra. Estas posibilidades brindadas por el medio animado son algo de lo cual Jonni siempre estuvo muy consciente.
Un ejemplo claro sobre esta interacción entre la materialidad del mundo de La Venda y su dimensión psicológica y emocional está en su representación de la enfermedad mental, específicamente en síntomas esquizofrénicos. Encontramos personajes que tienen objetos dentro de su cuerpo que no deberían estar ahí –la salchicha en el ojo de Celisse, narrado en Wasteland desde la perspectiva de la doctora Sam Mulaney y revisitado desde la perspectiva de Celisse en Sacate la Venda–, personas siendo reemplazadas por copias hechas de arcilla, la pérdida del brazo de Barber Westchester en su largometraje homónimo, la reiterada salida de Barber de su propio cuerpo a través de su retina, para contemplar el cadáver que resulta como piel mutada, al igual que la constante pérdida y adquisición de dedos que crecen y desaparecen en todos los personajes. En Sacate la Venda, los objetos del mundo literalmente comienzan a experimentar glitches, errores en la materia. Los personajes empiezan a hablar de maneras distorsionadas e inentendibles. Todos estos sucesos corpóreos habilitados por el medio animado son, en contraposición a la neurosis, ciertos, al mismo tiempo que invitan a desconfiar de lo percibido. Dentro de su propia lógica estos fenómenos son posibles y reales, y es gracias a esa potencialidad del medio que las experiencias de otredad y alienación son contextualizadas en la historia. El efecto de esta materialidad cartoon en el mundo de La Venda genera una distorsión hacia lxs espectadorxs entre los principios de realidad –asociada como lo evidente, lo nítido o lo verdadero– y lo imaginario –asociado con lo afectivo, lo falso o lo irracional–.
Por un lado, todo lo que podríamos pensar como irracional, conspiranoico o falso tiene un nivel de verdad. El mundo es realmente plano para algunxs mientras que aparece efectivamente redondo para otrxs. El culto de Ascensia remite a criaturas reales, pero en realidad no son deidades sino una cadena de falsos dioses –primero alienígenas, después personas lagartijas fingiendo ser alienígenas–. La temible diosa Dacia que atormenta a los Westchester es real, pero solo como semidiosa estafadora. La alcaldesa realmente está reemplazando a las personas con copias de arcilla con intenciones conspiranoicas y los conos realmente tienen el poder de destruir al gobierno estadounidense. El espacio efectivamente no es real sino un invento porque, más allá, hay una estructura jerárquica de múltiples niveles de engaño y confusión.
Por otro lado, Sacate la Venda nos plantea que el mundo es falso. Aquello que concebimos como realidad es falso. Nada en el mundo es autoevidente por sí mismo. Los personajes, abrumados por su incomprensión del mundo se aíslan al mismo tiempo que buscan conexiones, deambulan sin rumbo en busca de sentidos que nunca terminan de saciar su incomprensión hacia aquellas circunstancias que los rodean, a los pesares que reprimen, siguiendo adelante en sus vidas con lo único que creen conocer, aunque no comprenden. Incluso aquellos personajes que aparecen como los arquitectos de estructuras conspiranoicas se encuentran, constantemente, atrapados dentro de la misma lógica desconcertante e incomprensible.
Mirá el espejo
Toda buena conspiración debe saber cómo atar sus hilos, trazar sus conexiones. Sacate la venda actúa como punto de intersección a partir de un montaje de diversas microhistorias y momentos en el cual los personajes de Wasteland, SALIATOS y Barber Westchester se conectan. Es difícil simplemente decir “qué pasa”, porque la narración no es lineal. La película se compone de diversos momentos que siguen las vidas de los personajes de obras anteriores. De cierta manera, uno podría decir que “no pasa nada”, solo son dibujitos animados que cuentan historias en ocasiones graciosas y ridículas, aunque en su gran mayoría cargadas por una profunda angustia existencial. La historia va continuamente moviéndose de personaje a personaje, de momento a momento, lentamente conectando pequeñas microhistorias que unen las narrativas personales de cada personaje entre sí. El humor y la ridiculez se entrelazan con expresiones de angustia existencial, pérdida y soledad.
Sin embargo, es posible trazar algunos puntos argumentativos más amplios en los cuales se construye un momento climático final que anticipa, a su vez, la culminación del próximo y último largometraje de la serie, El Estrato de los Conos. En el estrato de La Venda, parece estar orquestándose una conspiración por parte de un círculo de poderes políticos, científicos, sobrenaturales y espías internos para mantener a lxs habitantes atomizados, desorientados e ignorantes de las fuerzas superiores que los gobiernan y los oprimen. Roy Icebreaker, un hombre que en SALIATOS fue encerrado por haber “hackeado” la cadena ESPN para hacer un reality show con gusanos ha adquirido poderes sobrenaturales y un ejército de gusanos lo libera. La temática del engaño utiliza el humor para generar un efecto de tira y afloje entre qué puede tomarse en serio o no. El argumento en sí, el relato desde el cual avanza como historia, es donde encontramos el elemento de ridiculez y entretenimiento –un lenguaje cómico que Peppers maneja de manera hilarante–.
Es en esos momentos por fuera del argumento, aquellos que siguen pequeñas historias, que cumplen una función que hace a la narrativa emocional que le interesa trabajar a Peppers. La continuidad de la historia de Lilith después de Goodbye Forever Party en Wasteland como introspección de Peppers sobre su proceso de animación como forma de relatar su universo emocional. La escena en la que el profesor Lemmings ve una y otra vez el testimonio de Delilah en El escape final de las Discípulas de Ascensia, revelando un cruel recuerdo de trauma familiar, en el cual descubrimos que son hermanxs adoptadxs por una tétrica pareja blanca, rubia y de ojos celestes que la acusaba de manipuladora, demoníaca y delirante –nuevamente, el engaño como estructura–. Una escena cargada de culpa que conecta personajes y relatos emocionales desarrollados en obras previas y, en su silencio, magnifica su pesar. Peppers nos presenta una trasposición meta-narrativa que busca enfocarse en la empatía con la psicología de los personajes, simultáneamente Otros y propios.
Observá el rostro de tu madre
Tras haber descubierto que el espacio es falso y renunciado a la NASA, Barber se dedica a observar fuegos en el bosque y a meditar, visitando diferentes puertas en su mente. Estas introspecciones generan constantes salidas de su propio cuerpo en el plano terrenal, y en la última termina accediendo a aquel estrato superior en donde se encuentra con una deidad a la que le pregunta si puede “contarle más sobre todo”. La entidad con forma de rueda compuesta de ojos gigantes rotatorios le pide permiso de usar sus propias memorias para contarle una “historia difícil de explicar, que no tiene sentido”.
Es en Sacate la Venda que accedemos al mito de creación del universo, un cono de múltiples estratos donde criaturas de niveles superiores oprimen, confunden y explotan a aquellas de estratos inferiores. Arriba de todo, la Verdadera Madre creadora del universo, se encuentra encerrada en un espacio donde dos deidades menores la observan. La historia expresa una clásica cosmovisión gnóstica, que la directora ha expresado como la fricción entre dos fuerzas que no pueden ganar nunca, que precisan una de la otra. Por un lado, la imaginación –que busca liberar a la esencia de la vida– y, por otro, la representación [«depiction»] –que busca contenerla–.
Me llama la atención particularmente el uso de la palabra «depiction», sobre todo por lo insatisfactoria que puede ser su traducción al castellano. La traducción asociada es la de “representación”, pero la palabra que refiere a esta última es representation, no «depiction». «Depiction» alude, específicamente, a una representación dada a partir de la generación de imágenes –pictures–, que permitan seleccionar, recortar y contener visualmente aquella imaginación aforme y mutante. El problema de la representación y la elección de la palabra «depiction» es fascinante, ya que la carga opresiva de la misma tampoco es, a primera vista, evidente. Por el contrario, la representación a través de la elaboración de imágenes puede resultar no solo neutra sino incluso necesaria. Refleja un dilema dentro del proceso creativo de Jonni Peppers: sin imaginación no puede crear historias, pero si no genera una cierta limitación que le permita proyectar esas imágenes –esa capacidad de representación/«depiction»– tampoco podría crear nada. Peppers expresa las múltiples dimensiones artísticas, psicológicas, espirituales y emocionales que derivan de la tensión entre la capacidad de poder proyectar imágenes y en ese proceso contenerlas, delimitarlas. Pero como la imaginación no puede ser enteramente contenida, nunca llegan a ser su totalidad, sino un momento que está constantemente en transformación. En el rechazo a la representación –a la contención en la imagen– Jonni encuentra un gesto de rebeldía.
Sacarse la venda
Al comienzo de su carrera –y sobre todo durante la elaboración de Wasteland– Jonni desarrolló sobre cómo el uso de los “ojos de Garfield” –aquellos ojos gigantes y ovalados característicos del estilo de Jim Davis– en sus obras eran no solo un homenaje a la misma tira y caricatura, sino que formaba parte de su intención de reivindicar lo que visualmente se asocia como “baja cultura” –la caricatura–, resituado en un contexto emocionalmente climático. A lo largo de Wasteland, SALIATOS y Barber Westchester, los ojos gigantes que caracterizaban a gran parte de los personajes cumplían una elección artística específica de expresar una disonancia entre lo que se ve y lo que se siente, un proceso de extrañamiento brechtiano que roza lo cómico, que genera una conciencia del espectador a partir de un montaje de elementos visuales y animados que se exhiben extraños, que apelan a lo inconsciente. Un acceso al inconsciente a partir de la conciencia del afecto.
A lo largo de la historia comenzamos a ver que detrás de aquellos grandes ojos de Garfield varios personajes tienen detrás otros ojos más chicos, de los cuales no parecen percatarse. Al final del largometraje, Barber y Celisse se arrancan la venda: sus ojos. Para romper con la alienación del mundo que les rodea –un mundo del cual se sienten extrañxs, un mundo que es, además, engañoso–, de la individuación que impide su capacidad de conectar, deben cambiar su manera de mirar. Cuando se percatan de que la realidad no es autoevidente, sino una construcción, se da la liberación de la venda como el primer momento de emancipación. A partir de esta última escena, vemos cómo los personajes finalmente se rebelan de diversas maneras. Celisse, quien en El último escape de las Discípulas de Ascensia había sido encerrada y esclavizada junto a Mira por los “alienígenas” a los que inicialmente les rendían culto, se libera de la celda y comienza a atacar a sus captores, develando que eran hombres lagartijas controlándolos. Roy Icebreaker, con sus nuevos poderes sobrenaturales, la lealtad de las lombrices y el poder de los conos, destruye al ejército y gobierno estadounidense. Finalmente, Barber, la primera persona en quitarse la venda, realiza este doble acto de rebelarse y revelarse, en tanto que el resultado de quitarse sus ojos muestra a la misma Jonni Peppers en el lugar de Barber: quitarse la venda implica, también, nuevas formas de autorepresentarse.
La obra de Jonni es, desde todos sus ángulos, inconformista, como solamente una desesperada búsqueda de conexión –con unx, con otrxs, con el mundo– puede darse en el arte. La experimentación es la base de una potencia creativa que se rehúsa a aceptar su aislamiento, su contención y nunca deja de dar por sentado la naturalidad de su propia otredad. Dentro del universo de La Venda, donde la tensión entre la liberación y la contención de la esencia deriva en estructuras opresivas que afectan nuestra manera de ver y concebir el mundo y la realidad, solo es posible emanciparnos, primero, sacándonos la venda.
Es Profesora de Historia y estudiante de Bibliotecología y Ciencia de la Información por la UBA. Docente de la materia Historia Social General y adscripta de Historia Contemporánea en la UBA. Se dedica al estudio de los vínculos entre las imágenes y los significados históricos en la subjetivación política.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | Universidad Nacional de La Plata
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