GUAY | Revista de lecturas | Hecha en Humanidades | UNLP

El viernes 5 de julio de 2024 parte del equipo de GUAY – Macarena Boccia, Lucía Fayolle y Marcelo Scotti- y un grupo de estudiantes de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación nos reunimos en el aula A 137. El grupo es diverso, se trata de estudiantes de diferentes carreras que no se conocen entre sí en todos los casos, o que tal vez se conozcan por compartir el espacio de la militancia universitaria en diferentes agrupaciones. Desde GUAY nos interesó abrir esta otra perspectiva de las y los jóvenes sobre el futuro, a partir de ciertas semejanzas generacionales, inquietudes políticas y trayectos de formación y, también, de lo que, desde cada subjetividad se alumbra, se contrasta y se proyecta desde este presente. ​

Guay (Marcelo) En las reuniones de equipo de la revista fuimos perfilando un conjunto de inquietudes que procuramos reunir en una edición especial referida al tema del futuro, preguntándonos cómo se ha presentado el futuro a lo largo del tiempo y cuáles son las particularidades de pensarlo desde el tiempo presente. Pero bueno, en este caso, nosotros acá pensamos más en invitarlos por una cuestión de pertenencia generacional, sobre todo, y por las distintas proximidades que tenemos con ustedes a raíz de haber compartido espacios en la facultad.

Guay (Macarena) Sí, porque  pensábamos en esta pertenencia generacional no solamente para hacer populismo de los jóvenes, digamos, sino una cuestión de… bueno, estamos hablando sobre el futuro y las miradas que hay generalmente son de personas que ya lo van a mirar sentados. 

Guay (Marcelo) Sí, lo miran desde atrás.

Guay (Macarena) Y obviamente el cambio de perspectiva pensamos que tiene su propia particularidad. Me parece que ahí había una preocupación de parte de la revista que era pensarlo por otro lado.

Guay (Lucía) ¿Quieren comenzar presentándose?

Tomás Gómez: Bueno, empiezo… Soy Tomás Gómez, empecé la carrera en 2020, plena pandemia. Estudio Historia, tanto profesorado como licenciatura. Ahora estoy, como mis compañeras también acá de Historia, avanzado en la carrera, aunque yo un poquito más atrás. Estoy para hacer el cuatrimestre que viene las últimas materias y actualmente estoy adscripto en Historia Americana I.

Malena Montenegro : Mi nombre es Malena, estoy en la carrera de Letras. Empecé en el profesorado y después me anoté en la licenciatura. Estoy más avanzada en el profesorado que en la licenciatura. Ingresé en 2019. Eso es todo.

Mateo Silva : Mi nombre es Mateo Silva, estudio Filosofía desde el 2021, así que este es mi cuarto año. Estoy atravesando los dos recorridos, profesorado y licenciatura. Estoy, ponele, avanzado. Y, nada, también soy militante en la facultad, de la agrupación Utopía.

Sofía Ernst : Me llamo Sofía, soy de la carrera de Historia. Estoy también en el profesorado y en la licenciatura. Ingresé en el 2020 como Tomi. Ya vengo en un tránsito avanzado de la carrera, haciendo las últimas materias, las prácticas. También nos hemos encontrado varios de acá en la Comisión de Historia, hemos tenido esa trayectoria. Ahora estoy en la Secretaría de Derechos Humanos del Centro de Estudiantes, así que estos son un poco mis vínculos con la . Vamos por ese lado.

Eugenia Sala : Yo me llamo Eugenia Sala. Ingresé en la carrera de Historia en 2017, en la licenciatura primero, y después me pasé al profesorado. Sin expectativas ahora de cerrar la licenciatura. Ya estoy dejando de ser estudiante, ahí como en la transición. Milito en la Jauretche que pertenece, para los que no saben, a la Juventud Universitaria Peronista, y que desde este año es parte del Frente de Conducción de la Federación Universitaria de La Plata. La semana que viene me recibo, sí, sí. Y eso, no sé qué más.

Anaclara Burgos García : Me llamo Anaclara. Bien.  Se escribe todo junto, es un solo nombre. Estudio Sociología, como la gran mayoría de las personas de Humanidades, profesorado y licenciatura. Próxima a recibirme del profesorado, pero la licenciatura es otro cantar. S oy adscripta de Teoría Social Clásica II y soy parte del Grupo de Estudios de Desigualdades Sociales y Educativas, que es un grupo de estudios del IdIHCS. Eso sería todo.

Guay (Maca) : Nosotros, como les dijo Marcelo, habíamos pensado tres disparadores para empezar la conversación, pero desde ya que podemos abrirla por otros lados que no tengan que ver estrictamente con responder cosas que se nos ocurrieron a nosotros. Porque esa es la idea, conversar. Una pregunta iba por el lado de los horizontes sobre el futuro , cómo se les presentan esos horizontes a ustedes, no solamente  como individuos sino también en relación con los contextos o con los grupos o las comunidades que habitan y en las que están, digamos . E n qué medida ese horizonte o esa perspectiva sobre el futuro está teñida de blancos y negros, por decirlo de una manera. Este era un primer disparador. 

Guay (Lucía) : ¿En qué medida se les configuran deseos, ilusiones en torno a esos horizontes y en qué medida en torno a peligros, preguntas, inquietudes, preocupaciones , tanto desde la individualidad como desde lo colectivo? Abrimos el paraguas para que vayan por donde quieran. 

Tomás : ¿Yo puedo empezar? Antes quería contextualizar una cosita: a mí me llega el mail de Trímboli con quien tuvimos una reunión previa, porque con un grupo de estudiantes nos organizamos para hablar de una especie de proyecto, o magno proyecto que abarca proyectitos, acerca de la divulgación. Un par de estudiantes hicimos la materia sobre divulgación y circulación social de la historia,  y a partir de ahí comenzamos el lazo con él y le contamos lo que estábamos haciendo. Cuando me llegó su mail una de las preguntas fue : “ ¿me estás invitando a mí o estás invitando al grupo?” Cuando me  dijo que a mí , me pareció bueno llevar al grupo estas preguntas que había tirado en el mail. Nos juntamos ayer, hablamos y salieron un montón de cosas, porque creo que este equipo que se formó hace unos meses, aunque la idea venía flotando desde finales del año pasado, tiene mucho que ver con esto de horizonte, de futuro. Además, cuando lo empezamos a hablar nos dimos cuenta de lo interpelados que estábamos por esa pregunta. En primer lugar salió este tema cuando hicimos la materia con Trimboli, la cuestión del  contraste de los horizontes de los 60-70, que la revolución viene mañana, pensar en un futuro posible, en un cambio de paradigma a través de la acción y la organización; en cambio, con los momentos que vivimos ahora, en los términos de la materia se hablaba de “ post fin de la historia” en el que no hay horizonte , vivimos el día a día y cada vez está peor. Lo primero que hicimos cuando hablamos entre nosotros fue decir “futuro”. Nosotros estamos estudiando Historia y ¿por qué estudiamos Historia? ¿Ascenso social? ¿Posibilidades económicas? No creo que vaya por ahí, porque la primera certidumbre que tenemos con respecto a nuestra vida cuando pensamos en el futuro individualmente es que no vamos a tener casa, lo más probable es que vivamos pagando alquiler , no vamos a tener auto, familia ni lo pensamos… Entonces hay como una desazón que individualmente se traslada a la generalidad, o la generalidad se traslada a lo individual. Esa idea de que no hay horizonte posible porque no podemos pensar más allá, hay una ilusión que se rompe. Y ahí bueno, salieron roscas y roscas sobre si hablamos de ilusiones de clase media , alguna pretensión social que se rompió en nosotros y que nuestros papás ya no las pensaban, o las terminaron de despensar en su momento, y nosotros ya directamente estamos en una nebulosa. Pero, en concreto, cuando hablamos salieron un montón de preguntas. De vuelta: ¿historia para qué? Nosotros, estudiantes que vivimos el día a día, estamos en un momento bastante aciago, porque desde el cambio de gobierno un poco que muchos no llegamos a fin de mes, tenemos que trabajar, se nos complica estudiar. Futuro… y no sé si podemos pensar mucho en el futuro. Pero nos pasó que nos dimos cuenta que empezamos hablando de que no hay horizonte y después nos pusimos a pensar: no, hay más horizonte que antes por una cuestión de que al formar este equipo empezamos a preguntar de vuelta ¿historia para qué? Hasta pensar nuestra vinculación social, en por qué estudiamos, cómo lo hacemos, qué formatos utilizamos, cómo dialogamos con el afuera de la academia… Nos encontramos con unas ganas renovadas, ya sea por la desesperación o por… ¿cuál es la palabra? No sé, por ahí es por aferrarnos a algo… volvemos a encontrar ganas renovadas de disputar, de combatir por un pasado, por un presente y por un futuro, de manera dialéctica, los tres tiempos a la vez. Que es algo distinto a lo que podíamos ver por ahí en los últimos cuatro u ocho años, en los que había un presente continuo, un presente perpetuo. Es una incógnita que tenemos, el por qué nos movemos, por qué estamos haciendo lo que hacemos. Pero, bueno, yo rescato esa particularidad de este equipo que formamos y lo que discutimos entre nosotros.  Guay (Macarena) : Sería como si al acelerarse las circunstancias, o al polarizarse, o al hacerse más abismales las circunstancias, surgiera algo de lo que aferrarse,  en lo que creer. 

Tomás : Sí, también hay otra cosa: la materia con Trímboli la hicimos en 2022, recién salíamos de la pandemia, estábamos en otro contexto y hablábamos mucho de esto, del fin de la historia y cómo durante estos últimos 30 años fue como un presente perpetuo. Se habló mucho del macrismo, de esta idea del eterno presente… Empezamos hablando con esa dinámica y nos dimos cuenta que no estamos en esa situación ahora, por lo menos nosotros . Quizás es, por ejemplo, porque el gobierno de Milei trae a colación el pasado para legitimarse, desde el lado del liberalismo, de la escuela austríaca, de la Argentina potencia en el siglo XIX. Y nosotros queremos disputar eso. Antes, por ejemplo, sólo se borraban los treinta mil; ahora lo que se hace es reivindicar la parte contraria. Entonces que hay un combate renovado. Traje a propósito lo de esa materia en el 2022, porque ahora hay una lucha renovada por la historia , sentimos que en cierto modo volvió a girar la rueda, lo notamos en nosotros mismos. Por ahí antes nos quedábamos quietos y estudiábamos; ahora no nos alcanza. 

Guay (Lucía) : ¿Alguien quiere tomar la voz?

Malena : El otro día venía haciéndome ideas sobre cómo iba a ser esta charla, y me surgió el pensamiento, un poco relacionado con alguna cosa que dijiste (Tomás), de que a veces imaginar un futuro, e incluso sobre todo un deseo, una ilusión, algo positivo, es como naif… inocente, y no sé, creo que hay una especie de problema ahí, como si justamente proyectar un deseo fuera casi una fantasía, o algo desconectado de la realidad.    Guay (Marcelo) : ¿En este momento en particular o en general, decís vos?

Malena : En este momento en particular, sobre todo. 

Guay (Lucía): ¿Y vos creés que hay cierta potencia en esa inocencia?

Malena: Sí, yo creo que sí, hay que reivindicarla de alguna forma.   

Mateo : Cuando hablabas de futuro y de proyectos de vida pensé cómo el futuro está presente desde muy chicos, cuando  te empiezan a preguntar qué querés ser cuando seas grande, qué vas a estudiar, a qué te vas a dedicar. Y cuando sos chiquito vas buscando recorridos y vas fantaseando sobre eso, vas generando un imaginario sobre el futuro, sobre la adultez y lo que vas a hacer en el futuro. Te atraviesa ya desde chiquito . Y cuando uno se hace grande, lo lejano, lo fantasioso que era y lo ajustados que estamos; lo cerca que está el futuro y lo lejano que parecía antes. Esa distancia que se achicó. También pensaba que siendo adolescentes, justo estudié como adolescente en la época del macrismo, empezaban a estar los celulares, los smartphones… Empecé en la secundaria y ya tenía celular. Ahí ya mi subjetividad, mi manera de ver el mundo fue mediada mucho por las redes sociales y cada vez más, gradualmente. Yo siempre escuchaba “para el futuro hay que… ¡La tecnología!” Hay que estudiar algo de ingeniería o algo de matemática, porque el futuro está en lo tecnológico, y está todo cambiando y hay que modernizarse y cambiar.  Hay un imperativo del futuro, como el imperativo de futurizarse y más ahora con la inteligencia artificial; y todo eso que vos decías y te pusiste a pensar: ¿historia para qué? Yo pensaba en las humanidades en general, cómo estudiar humanidades es ir a contramano de ese futuro tecnológico que nos prometen, que dicen que va por la ganancia; y encuentro ya valor en sí mismo en estudiar humanidades, filosofía, historia, sociología, porque es una vuelta a mirar lo que está pasando sin concentrarse en ganar plata o en modernizarse. Es decir ”bueno, esperemos”, y podemos ver cómo eran los futuros que la gente pensaba antes; los futuros que ahora nos proponen y nosotros que vemos distintos horizontes; tenemos la capacidad de sentarnos y leer, y poder pensar por fuera de esa lógica del futuro imperante. 

Sofía : Por un lado, en relación a lo que decías vos (Mateo), esta cuestión de cómo nos criamos pensando en qué vamos a ser cuando seamos grandes y todo eso. Siento que a veces como jóvenes estamos medio atravesados por una doble influencia. Por un lado, y distinguiéndonos tal vez de la generación de nuestros padres, ni hablar de la de nuestros abuelos… Cada familia es un mundo, pero siento que hay una cierta línea generacional de que seamos lo que queramos, la idea de seguir la vocación que tengamos. Obviamente siempre está la idea de “si sos ingeniero te va a ir mejor”, pero está la idea de nuestros padres de querer darnos la oportunidad de que seamos lo que queramos ser. Incluso lo pensaba hasta a nivel de consumos culturales, siento que estamos atravesados en literatura juvenil, en películas, en series con protagonistas muy jóvenes, que salvan al mundo y qué sé yo… Hay toda esa lógica y, a la vez, una realidad material muy fuerte, muy condicionante. Bueno… la idea era que vos seas lo que querías ser pero después llegás a la adultez y te das cuenta que no podés hacer nada, o por lo menos ni siquiera podés hacer aquellas cosas que tal vez tus padres soñaban como sueños más posibles. Esto que decíamos, una vivienda propia, no estamos diciendo quiero ir a la luna, -aunque quizás sea más posible eso- (risas); siento que estamos siendo atravesados por esa tensión, no es que no tenemos capacidad de soñar, no nos han permitido ser en ese sentido.  Uno dice “despliego mis alas para soñar”, pero después te sentís un poco ingenuo ante esa realidad material. Hay veces que es realmente así y otras veces es más un clima de época que dice que todo está perdido y que no podemos hacer nada; tal vez después al final podés. Pero bueno, siento que a veces se contraponen esas cosas. Y en relación a lo que decía Tomi, yo por lo menos muchas veces asocié la rosca, la reflexión, esto de repensar una y otra vez a la facultad, a la academia, y después intentar volcar esas cosas en la docencia. Y las prácticas fueron el lugar para hacernos un montón de preguntas que tal vez habíamos tenido al inicio de la carrera y ahora retomábamos. ¿Historia para qué?, un montón; pero encima para qué enseñar historia en un secundario, o sea, mucho más situado y eso te hace tener un pie en el presente y también un poco en el futuro. Porque encontrar cómo conectar con esos chicos, de 13 a 17 o 18 años, pensar qué les podemos proporcionar, es también estar pensando todo el tiempo en el presente y en el futuro. En la cuestión de la docencia  encontré mucho , o por lo menos en esta formación, para poder pensar el futuro desde otro lado, asumiéndonos como jóvenes por un lado, pero también como aquellas personas que ya enseñamos a otros más jóvenes, y ese diálogo que se va generando ahí. Incluso me acuerdo de un texto que daban en una clase, no me acuerdo ya de quién era, y un poco la reflexión era ésta: ante  el constante presentismo, la urgencia del hoy todo el tiempo, cuánto tiene para aportar la historia, para encontrar que hay otras realidades posibles, que hubo otros momentos; la noción de tiempo, de los procesos largos, de los procesos conflictivos; de cuánto podemos ver en la historia como conflicto y cómo eso lo podemos llevar a nuestro presente. No asumir que todo conflicto es negativo, sino que todo se genera en disputa, que la política se trata de eso y no es algo a lo que hay que rehuirle. Hay en la docencia una conexión con el presente y el futuro  que tal vez antes no tenía tan clara.

Eugenia : Bueno, siguiendo la dinámica de la ronda, sigo yo. Me parecen re interesantes las cosas que fueron diciendo, voy a tratar de retomar algunas. La verdad, cuando Lu me hizo la invitación me quedé como… “¿futuro?, ¿qué es eso?” Pero a la vez, al menos a los que somos militantes, siempre nos atraviesa mucho, y sobre todo ahora, esta cuestión de “bueno, ganó Milei; el futuro, ¿qué pasó? ¿cómo va a ser?” Obviamente, siempre hay un futuro, siempre hay un tiempo después de este, alguien va a estar para verlo. ¿Cómo va a ser ese futuro y qué significa hoy esta noción de horizonte que parece recontra mega achicado en todas las dimensiones y niveles? Siento que, como juventud, me parece que lo que nos pasa es una impotencia tremenda, de sentirnos no artífices de cómo va a ser ese futuro, que parece que hay una fuerza viva de la historia que va para un lado y hagamos lo que hagamos nosotros vamos a ser impotentes frente a ese movimiento. Lo pienso mucho también en ciertos métodos de movilización o de lucha que hemos tenido como jóvenes a lo largo del tiempo. Esto lo hablo mucho con mis compañeros de militancia. No sé quiénes lo vivieron, creo que Anaclara únicamente de nosotros, ustedes saben que en un momento se tomó la facultad; una situación muy tremenda, pero lo traigo porque en ese momento, con la ingenuidad de tener 17, 18, 19 años, pensamos que era un método para hacerle frente al recorte presupuestario que estaba llevando adelante el macrismo en las universidades. Ahora a nadie se le ocurre tomar la facultad ¿no? O quizás se le ocurre a alguien, pero es un pensamiento recontra mega marginal. O sea, tenemos otros métodos de acumulación, de construcción y de discusión que en mi opinión, ahora más madura, son mucho más efectivos. Decir: “tenemos una marcha federal universitaria el 23 de abril, construyamos la convocatoria, hagamos que vayan 3000 pibes de la facultad, de la universidad”. Que tuvo su triunfo y se aumentó el presupuesto. En fin, cómo también van mutando esos métodos. No sé, yo ahora lo veo de mayor madurez, ¿no? Entender que quizás en ese momento no tuvo grandes repercusiones la toma de la facultad, también por todo el proceso, que terminó por desgaste y demás. Pero no sé, me hace pensar en qué grado de agencia sentimos que tenemos los jóvenes hoy en esa construcción de futuro. Y también la importancia de la historización, porque cuando ganó Milei siento que todos decíamos, al menos en el peronismo: “ya está, el movimiento murió, nos ganó Milei, que es el chabón más reaccionario del planeta”, toda una caracterización muy poco acabada también de lo que era el fenómeno Milei, me parece . D espués, ves la larga duración y decís: el peronismo, pero poniéndolo en términos más amplios, el país y el pueblo argentino, han pasado por cosas terribles, tremendas, mucho peores que un revés electoral que no te veías venir bajo ningún punto de vista. Entonces siento que también el futuro permanentemente se nutre de esa lectura del pasado y de esa disputa de sentido por el pasado. Esto que decía Tomi de  Milei, que trae a Alberdi, que es novedoso porque parece que Macri se inscribía en la nada; y que veníamos también de experiencias democráticas que planteaban la reconciliación con el pasado, y quizás ahí Néstor y Cristina vinieron a decir “che, bueno, tenemos una línea histórica que acá hay que traer, hay que reivindicar”. Desde Rosas, Perón  y la potencia que tuvo para atraernos a la política a los jóvenes mismos; ahora  es como el espejo invertido de eso. Pero también me gustaría preguntarle a un pibe libertario cómo ve el futuro ¿qué respondería a esta pregunta?  Eso me llama la atención. Y también en qué grado hay algunas cosas que capaz vemos como una degradación del horizonte o de las expectativas de una persona, que quizás esa misma persona no lo ve. Yo no doy clases, pero compañeros míos que dan clases dicen: “no, los pibes ahora lo que quieren es hacer apuestas y ganar plata en dólares y comprarse un iPhone; su horizonte y su expectativa son esos”. Y quizás nosotros decimos: “no, bueno, ¿cómo puede ser que quieras un iPhone nomás?” Digo, en sí mismo es un deseo válido y está bien; y obviamente tiene que ver con un montón de condiciones estructurales que hacen que, cosas que antes nuestros padres u otras generaciones deseaban y pensaban, ahora estén obturadas. Pero digo, en sí mismo no sé qué deseo no vale, esas son algunas cosas que pensaba.

Anaclara : Me siento muy contenida al saber que a todos les dio miedo la pregunta por el futuro, porque cuando recibí el mail dije “se equivocaron de persona, llamen a alguien más porque no tengo ni una pista.” Bueno, primero con esta cuestión de revisar la propia historia, al menos a mí me pasa que estoy viviendo un proceso hermoso que es terminar la carrera de la mejor forma posible, que es básicamente acompañada, y me encuentro teniendo conversaciones con mis amigas acerca del presente muy inmediato, “tengo miedo porque rindo un final en un mes”; hasta acerca del presente un poco más mediato, hasta un poco más el futuro. “Y, bueno, ¿qué onda? ¿qué hacemos ahora?” Pensaba en esto de ir revisando la propia historia. Yo crecí en un país en el que desde los cuatro o cinco años en adelante venía a La Plata de vacaciones a visitar a mis abuelos; y una vez, lo encontramos el otro día, les hice un dibujo en el que era yo de grande, lo cual para ojos de una niña claramente es una niña con patas largas, no mucho más; y ellos de todavía más grandes, lo cual para ojos de una niña, son abuelos con unos bastones, digamos. Y era yo estudiando en la UNLP,  ese era el dibujo.

Guay (Marcelo) : ¿De dónde sos?

Anaclara : De Jujuy, de San Salvador. Y muchos años después eso se cumplió, efectivamente yo vine, y ellos no usan bastones al día de hoy; sin embargo yo soy más grande y hay un montón de cosas en las que todavía sigo teniendo, no sé si las mismas ideas, pero bueno digamos que …

Guay (Marcelo): las piernas más largas…

Anaclara : Tampoco sé si tanto, lamentablemente para mí (risas). Desde los cinco años no crecí mucho. Pero viví en ese país y ese no es el país en el que vivimos hoy,  es algo que me duele muchísimo y que también me costó muchísimo aceptar. Saber que muchas veces la realidad es muy cruel con mucha gente y que ya no está ese sueño, que ya no están quizás incluso familias o amigos y amigas que bancan ese sueño. Para mí eso es algo muy doloroso y me costó mucho darme cuenta. Voy a hacer algo muy horrible para la academia, algo sin ningún tipo de cita ni norma APA: hay una nota que no sé de quién es, en la que se dice que mientras vivíamos la marea verde, al lado había otra marea que era celeste y no la vimos; o no la quisimos ver, o la vimos y no le dimos bola. En eso mismo pensaba. Hace muy poco ganamos el mundial, ¿no?, nos emocionamos; y el año pasado decíamos: “bueno, cantamos los pibes de Malvinas que jamás olvidaré, ¿cómo puede ser que ahora votemos un tipo admirador de Thatcher?” Bueno, sí, cantábamos eso pero también había gente que cantaba que Mbappé era un come-travas, que los jugadores de Francia son todos de Angola. Que sacaba cosas que para mí son de lo peor de la sociedad: el racismo, el clasismo, el machismo. Y en vez de festejar esa unión -“che, estamos ganando, somos todos argentinos, qué piola, somos algo común”-, con lo difícil que es llegar a ser algo en común, el festejo resaltaba esa diferencia. “Porque no somos putos, no somos come-travas y no somos negros”. Eso también estaba y ni siquiera en la vereda de enfrente, separado por un cordón de seguridad; estaba al lado nuestro y al menos yo sí lo vi y decidí ignorarlo. Ahí hay también una decisión, y no lo digo como eso que hicimos durante mucho tiempo de autolatigarnos, que creo que es un lugar muy cómodo y fácil pero del que hay que salir definitivamente de forma colectiva -porque una sola o uno solo creo que se queda en el pozo para siempre y chau, tiene que venir alguien que te saque-, sino para ir pensando esas cosas. Es decir, ahora que nos dimos cuenta que estaba esa canción a la par de la nuestra, que estaba ese pañuelo celeste en la mochila al lado del nuestro, ¿qué hacemos? Porque es gente que existe, con la que compartimos un montón de espacios seguramente ¿y qué hacemos? Incluso mucha de esa gente que tenía el pañuelo verde quizás es más chica y quizás en su infancia no hizo ningún dibujo estudiando en la UNLP. Pasan cosas muy feas, muy crueles y no llegamos a dar respuesta a todo, incluso no llegamos a  entender. El año pasado me pasó que de hecho una compañera de la facultad me contestó una de mis muchas historias muy enojada diciendo “por favor, voten a tal persona”. La gente de Instagram seguramente decía “hermana, me chupa un huevo tu historia, no sos revolucionaria”. Pero esta compañera me contestó la historia y me dijo: “mirá, me parece horrible que digas que las personas que votamos a Milei somos vendepatrias y que no podemos cantar lo de los pibes en Malvinas”. Y le digo, “pero, a ver, es un tipo que no sé qué…”, y me dice: “bueno, habrá negado la dictadura, pero yo no llego a fin de mes, y tengo dos trabajos y además de eso voy a la facultad y la verdad que me da por las tetas que venga una persona y suba una historia en tono altanero diciendo, no podés votar a este tipo”. Tiene un punto, digamos, tiene un puntazo.   (risas) Estoy haciendo público un baño de humildad, eso fue para mí. No llegó a ningún lado la conversación, de hecho en un momento fue muy claro: ninguna se entiende, “como yo no te entiendo, vos no me entendés a mí; evidentemente no compartimos ni vamos a compartir, ni ninguna va a convencer a la otra”; y seguramente cada una piensa que la otra es una boluda, digámoslo, ¿no?, porque además en ese momento todo era exagerado. Ahora ya cambié y no pienso más eso de nadie. Eso fue como ¡wow!, realmente hay una preocupación súper genuina que tenemos todos: tengo que laburar además de estudiar, o no llego a fin de mes, y la verdad que se me hace re difícil. Digo, es una preocupación súper súper genuina; y todas estas cosas para decir que para mí la clave es volver a disputar esos sentidos y ciertos deseos incluso también. O sea, buenísimo, comprate el iPhone, pero después vas a tener el iPhone y tu foto será más linda y subirás a Instagram una historia con un emoji divino, no como los emojis de Samsung que son feos. Bárbaro, me alegro un montón, pero por qué no podemos querer el iPhone y la casa propia, o por qué no podemos querer el iPhone y también, no sé, investigar en Conicet; otro montón de deseos, que son válidos. Para la pregunta por el futuro no tengo ninguna respuesta porque creo que hay que hacer algo más que responder. No sé qué, tengo cero tips y cero ideas al respecto, pero creo que posta hay que charlar básicamente. Creo que realmente nos falta mucho y hemos perdido mucho de todos lados -y acá obviamente que entra un poco el autolátigo-,  hemos perdido esa capacidad de dialogar, porque no puede ser que la única forma que tengamos de dirigirnos hacia una persona con la que no compartimos sea haciéndonos los cancheros y que lo único que recibamos sea otra canchereada y decir: “bueno, la verdad no coincidimos chau, tres besos”. Creo que no puede ser sólo eso, creo que tenemos mucho que hacer en ese sentido . Para empezar es simplemente un baño de humildad que ojalá que a todos les toque, capaz de manera menos humillante que a mí, pero realmente tenerlo y decir “bueno, tengamos una conversación sincera”. Capaz que además muchas veces no tenemos las respuestas, porque yo siempre fui kirchnerista y me doy cuenta de que el último gobierno no dio las respuestas a esos problemas que nos afectan como juventud, cosas que incluso me dolieron hasta en lo personal, diría una decepción personal, como si te miente un amigo, no sé. No estuvo la respuesta, eso es así. Y aunque no tengo muchas certezas, lo que sí sé respecto de esto de deseos o ilusiones -el lado de peligros e inquietudes lo dejo, porque  ya un poco lo dije y es un lugar en el que estuve mucho tiempo y creo que es inabarcable-, lo que más me da esperanza, es el feminismo, porque creo que realmente que todo siempre pega más a las mujeres, a las diversidades, siempre. La crisis económica es así. Son problemas que realmente nos tocan a todas y a todes, y que realmente nos unen de alguna manera, nos unen desde un lugar muy feo que es el de una posición de vulneración de derechos, que es algo horrible, pero me parece que de ahí tiene que poder salir algo, ahí tenemos que poder derribar ciertas brechas desde partidarias, hasta quizás más ideológicas o teóricas, y poder pasar a decir: “che hagamos algo con todo esto”. Es algo en lo que tengo mucha expectativa. Creo que, concretamente, volviendo a responder la pregunta: no tengo ni idea, pero si tuviera que apostar por algo sería por una construcción más feminista, con todo lo que eso significa, con una escucha activa, con un intercambio sincero, con una construcción colectiva, compañera y codo a codo; si tuviera que hacerlo por una cosa, apostaría sí o sí por eso.

Guay (Macarena) : Sí, el feminismo fue en cierto sentido el único que pudo articular una visión sobre el futuro, articular otra noción de familia, otra noción de casa, otra noción de comunidad, cuando muchos movimientos se retiraron de articular esas nociones, el feminismo un poco, yo coincido, en que articuló eso. No sé si personalmente estoy tan esperanzada, pero me parece que tiene que ver un poco con eso la esperanza

Eugenia : Igual para mí, y perdón si se desvía la pregunta, justamente la potencia del feminismo, y capaz nos sirve como hoja de ruta -y hasta ahí-, fue la capacidad no sé si tanto de construir un futuro, sino de construir una agenda concreta y, de nuevo, recontra limitada, en torno a obviamente la marea verde, la legalización del aborto. Pero el día después de que se legalizó el aborto… nos vemos.

Sofía : no era claro qué queríamos también

Eugenia :  sí, pero…

Sofía :  no era un proyecto de futuro, era un proyecto de ley

Eugenia : Yo siento que para nada era un proyecto de futuro y que hubo una potencia ahí que se perdió, una movilización social que … y digo, principal mea culpa para mí, que justamente no supimos hacerlo desde el peronismo, no supimos canalizar esa capacidad o esas ganas de transformación porque, de nuevo, incluso en un montón de discusiones dentro del movimiento feminista no nos poníamos de acuerdo para nada. O sea, encuentros de mujeres donde nos cagamos a palos por la prostitución digo, como cosas…

Guay (Marcelo): O por los nombres del encuentro…

Eugenia : Plurinacional, nacional, todas esas cosas. Siento sí que fue una gran expresión de decir que esta democracia está incompleta en tanto y en cuanto esto no se ponga sobre la mesa y se haga. Pero para mí queda esa cosa de decir bueno, se derrumbó por…; es mi lectura al menos.

Anaclara : No sé, no me parece que se haya derrumbado. O sea, coincido totalmente con que después de la legalización del aborto hubo un vacío de una consigna concreta y clara. Así como fuimos por la legalización del aborto, ahora vamos por esto. Algo que me parece un bajón es que, por ejemplo, pasó lo de la jubilación de las amas de casa, que es algo mega grande y una demanda histórica, y pasó sin pena ni gloria, al menos así lo he sentido yo. Hay un montón de cosas en las que no nos podemos poner de acuerdo, pero hay otro montón de cosas en las que sí y sobre eso avanzamos. Lo que me parece esperanzador y para recuperar, va más por un modo de hacer política quizás y también por un modo de interpelar. Digo, ahora estamos en esta situación, yo creo que realmente nos tiene que movilizar que al día de hoy seas mina y sigas cobrando menos que un varón, es algo que no creo que haya alguien a quien no le haga ruido. Creo que incluso a muchas personas con las que no debemos coincidir en nada, o a esta piba que me respondió la historia, algo le debe hacer sentir. Me refería a buscar esos puntos en común para después empezar a construir. Tampoco aspiro a una sociedad en la que seamos iguales de pensamiento, ¿no?, y que coincidamos en todo. Me parece imposible, no sé si aspiro o no, pero me parece imposible y por lo pronto vamos con lo real. Lo que para mí tiene el feminismo… yo me acuerdo de tener 14, 15 años y hacer pañuelazos en la escuela. Éramos 7 personas, mis amigas, otro grupito y yo; y teníamos pañuelos que eran retazos de tela cortados…

Guay (Marcelo): ¿en Jujuy?

Anaclara : Si… muy mal cortados, no teníamos ni la estampa, esa marginalidad. Y después pasar a ver en esas mismas calles una marcha re masiva… También vi el feto de papel, vi todo… Todo ese crecimiento para mí tiene como enseñanza esa construcción de vínculos y de escucha, porque si bien, obviamente está toda la parte que decidimos no reivindicar, de cagarnos a puteadas por una palabra, que igual significa un montón de cosas y agregarla o no de qué manera, o un montón de debates que incluso son mucho más importantes; también mal o bien nos enseñó a bueno “a ver, loco, vamos a sentarnos a discutir en una ronda”; no sé,  capaz eso después lo llevamos a un montón de otros lugares y lo sacamos del feminismo. Nos sentamos, discutimos y también un montón de cosas acerca del acompañamiento, un montón de cosas que me parecen súper valorables… O mismo,  todo lo que fue la militancia por el aborto y todo el rol de, por ejemplo, las socorristas, es una modalidad de trabajo, o de militancia, o de trabajo militante, como querramos decirle, súper solidaria y basada en un acompañamiento justamente… Creo que es escuela en todos esos sentidos.  Me refiero a un horizonte más en el sentido de lo que yo espero que podamos poner en agenda ¿no?  Me parece que de verdad haber avanzado en tantas cosas y que al día de hoy sigas cobrando menos, sigas saliendo y tener que cruzar de vereda porque veas un pito, no me parece… Tiene la potencialidad de indignarnos, ¿no? Hoy en día que estamos en tiempos donde todo nos enoja, nos pone mal, bueno, que algo de esto lo encaucemos porque ya sabemos cómo se hace, e intentemos mejorar un poco nuestro día a día.

Sofía :  Hago un comentario cortito nomás, respecto al feminismo . Coincido en que hoy por hoy no es un articulador de un proyecto de futuro posible, pero sí siento que, con una forma diferente a la que estamos acostumbrados, no pudo insertarse -y no quiero decir que eso esté mal- en lo que consideramos que son las plataformas para pensar un proyecto de futuro diferente, que son los partidos básicamente. No pudo insertarse en eso ni tampoco pudo trascender hacia una nueva forma de plantear un proyecto de futuro. Obviamente eso no implica subestimar todo lo que fue, por lo menos en mi experiencia personal y creo que en la de mucha gente; fue un quiebre en nuestra forma de pensar nuestro futuro, vislumbramos realmente un futuro diferente. Por más que no sea la revolución, no pensamos que el capitalismo se iba a terminar por un pañuelazo, pero sí genuinamente fue muy transformador a niveles subjetivos muy profundos; o sea pensar cosas que parecían inimaginables y transformar la forma en que nos veíamos a nosotros mismes, fue muy fuerte. Creo que a veces nos queda un poco de lado porque no es el tipo de transformación social que estamos acostumbrados a buscar o a ver, así que creo que tiene mucha potencialidad para ser en algún momento de nuevo un faro. Y la última cosa respecto de los deseos y las expectativas, esto de querer un iPhone, no, sí, y lo que había dicho Male de cómo a veces parece ingenuo pensar en ese futuro, pensar cuáles son esos deseos válidos, justamente. Por un lado están estos deseos materiales, inmediatos, que parece que también hay toda una lógica de que si no pensás en cómo ganar en dólares sos un idiota; y por otro lado tampoco es la grandilocuencia de estar pensando en hacer la revolución, que también es algo que hoy nos queda lejos y que siento que hay veces que la vara es esa, y bueno siempre va a quedar por debajo cualquier otra cosa que deseemos. Justamente eso, cómo pensar, o sea, qué pasa con esos sueños más ordinarios o más simples: “me quiero recibir, quiero dar una buena clase y que eso le impacte a uno de todos esos alumnos”, ponele. O qué pasa con esos sueños o proyectos que son más lejanos, tal vez más difíciles, sin que pensemos que somos idiotas por pensarlo, porque también es una coartación de la imaginación y la creatividad muy fuerte, que creo que después se recontra vuelca en la política. Guay (Lucía):  Las dos preguntas que nos restan son bien distintas: una más imaginativa,  más para pensar en futuros posibles, y una bien situada en el presente. La que pensábamos a continuación era: ¿cómo piensan que esos futuros que tenemos en el horizonte afectarán, en todos los sentidos de la palabra afectar, los roles sociales en los que se imaginan? O sea, tanto en términos militantes, como en términos profesionales, vinculares, lo que sea.

Mateo :  Para retomar un poco lo que veníamos hablando, siento que la cuestión del futuro desde la militancia te trae la pregunta de si es posible transformar la realidad, cómo podemos transformarla y si la hemos transformado o no. Hablando del feminismo siento que transformó bastante la realidad, que no se trata solamente de transformar las condiciones materiales, que es el horizonte del capitalismo, sino justamente esto de disputar sentidos y generar nuevos imaginarios. Por eso en estos movimientos es tan importante el arte, la literatura, la ficción, que nos permiten habitar mundos que están coartados por el presente. Entonces el arte y los movimientos feministas transforman la realidad efectivamente, disputando esos sentidos. Creo que aunque tuvo su reacción -reaccionaria-, su oposición llevada a cabo por la polarización de las redes sociales, por la debacle de las condiciones materiales, que llevó a todo este movimiento de respuesta a lo que se venía construyendo; siento que hay perspectivas y sentidos que hoy ya han cambiado para bien en general, que se ha avanzado en muchas discusiones. No sé, por ejemplo, esta facultad tiene baños universales y a nadie le molesta; bueno, seguro a algunos sí, pero… Después, la cuestión de género está muy presente, y cada vez más, en nuestros programas. Como que se ha transformado la realidad. Pensaba que, como  vos (Eugenia) también decías, ahora tenemos impotencia de no ser los artífices de la construcción del futuro. Y un poco sí, hay esa impotencia, pero justamente el apostar a lo colectivo, y a organizarse es buscar que ahí podemos dejar de ser tan impotentes, encontrar la potencia y la transformación en juntarnos a discutir, en juntarnos a hacer una charla, en juntarnos para ir al barrio a militar, a conversar y hacer de este territorio que es la facultad, un lugar mejor. También lo relaciono un poco con la docencia que hablabas hoy, y las relaciones tan únicas, específicas, que tiene la docencia con el futuro. Porque un poco la docencia es para el futuro, es la formación de jóvenes o de niñes para que sean sujetos, ciudadanos constituidos y tengan ciertas perspectivas que les ayuden a cambiar. Entonces nuestro rol social es muy importante; y estar formados en estas instituciones tan plurales e interesantes, y llenarnos de discusiones, frente a este futuro imponente del eterno presente, de la desesperanza, de lo inmediato, como que a partir de ahí nuestro rol toma la relevancia de plantear futuros distintos, e intentar formar generaciones que piensen y se relacionen  con el mundo desde otro lado.

Tomás : Estoy ordenando lo que quiero decir porque se plantearon un montón de cosas.  Creo que voy a empezar con lo que dijo Sofi y anoté: qué hay de los pequeños pasos, de los pequeños deseos y la alusión a la creatividad. Nosotros, bah, yo particularmente, asocié últimamente mucho la creatividad con la palabra actividad. Lo que el año pasado nos pasó ante la desazón, personalmente fue bajar los brazos, tirarme en la cama y no activar; ya está. Inmediatamente después de eso surgió un “bueno, ¿y ahora qué? ¿ qué hacemos?” Y a partir de ahí salió esta cuestión de la actividad, y para la actividad, la creatividad. En primer lugar me encontré con que cuando pensamos en el futuro una de las mayores palabras que salen es la constante individualización. Pareciera que con el desarrollo de la tecnología, con un montón de dinámicas, incluso en nuestras carreras, atravesamos lógicas transversalmente individualistas, constantemente. Y una de las cosas que dijiste muy al principio es que estudiar humanidades está a contramano del futuro. No sé si está a contramano del futuro, pero sí por ahí de la lógica economicista, de la lógica del beneficio inmediato…

Mateo : Eso, ir a contramano,  es lo que me hace creer que es el futuro…

Tomás : … del conseguir dólares, de recibirte al toque. Acá estamos años y años, ironizamos sobre eso, sin embargo seguimos estando. Quizás decidir estudiar humanidades en la adolescencia como un primer acto de rebeldía, podríamos pensarlo. Pero sí es verdad que los que estudiamos humanidades tenemos un acceso -ya sea por lo que estudiamos, porque charlamos entre nosotros, porque tenemos el privilegio de poder sentarnos y leer-, de ver otras realidades posibles que, en nuestra carrera, están situadas en otros tiempos. Ver cómo se imaginaban el futuro en esos tiempos, y eso nos permite contrastar.  Un artículo que leí -voy a hacer como Anaclara, que leí en algún momento no sé dónde-, plantea que mirar el pasado es contrastar presentes, entre el nuestro y el presente de alguien más. Esa operación de ver otras realidades nos sitúa en un rol que nos lleva al propio debate en el espacio que tenemos acá. Nos sentamos en aulas o nos sentamos a tomar mate, o incluso después nosotros vamos y damos clases, y debatimos sobre todas estas cuestiones. Después tenemos la cabeza cargada de tantas cosas que el análisis que yo hago es que nos falta mucho accionar. Ese debate que nosotros tenemos hay que llevarlo a algo práctico, y ahí es donde vuelvo a lo de Sofi, esas pequeñas cosas. Creo que  ante la desazón enorme de este futuro inmediato, a veces pareciera que nosotros pensamos en grandes cosas, ¿no? La ola feminista del 2019, las revoluciones de los 60-70 y por qué no se dieron así, o el 2001… Pero no nos ponemos a pensar los roles que nosotros ocupamos específicamente y cómo podemos cambiar las cosas desde donde estamos situados, ya sea como estudiantes en la facultad, como militantes en un territorio, chiquitito, desde nuestro compañero o compañera de al lado, desde cómo somos como docentes… Creo que lo dijo Anaclara, esta idea de volver a disputar ciertos sentidos, volver a recuperar la capacidad de dialogar, que hagamos algo con tanto diálogo también. Lo más rico que nosotros tenemos en las humanidades como estudiantes, profesores, investigadores es que, de vuelta a contramano, contra el futuro si se quiere…

Mateo : A contrapelo podríamos decir…

Tomás : A contrapelo, apostamos a construir colectivamente. Ese me parece que es el punto, porque esta idea individualizante total de “quiero un iphone”, pero no sólo quiero un iphone, “quiero comer mañana”, “quiero poder pagarme el micro”, “no sé a dónde voy a vivir porque cada tres meses me aumentan el alquiler y no sé si lo puedo pagar”; ante esa inmediatez, tener el resguardo de poder pensar colectivamente con otros que están en la misma situación y ver qué podemos hacer con eso. Construir en lo inmediato no desde la individualidad, sino en colectivo y a partir de ahí buscar las maneras de generar redes de cooperatividad para llevar a cambio una transformación más grande. Siento que el problema que tenemos es que por pensar en grande nos terminamos salteando esos pasos.

Guay (Macarena): En esta comparación que daba vueltas,  entre el deseo del iphone y el ir a contrapelo de estudiar humanidades, por ejemplo, nos había aparecido una pregunta más ligada al presente  y al concepto de juventud en un sentido amplio, no solamente a los que vienen -y pueden venir- a estudiar humanidades a la facultad. En un sentido más amplio, e insertándolo en el discurso social sobre la juventud: ¿cómo se piensan o cómo interactúan con esos sentidos sociales de la juventud? Más situadamente o coyunturalmente, ese discurso de juventud responsable, entre comillas, de los resultados de las últimas elecciones, pero extendido hacia atrás. Y también el discurso social sobre la juventud en el sentido del poco compromiso, o el poco interés sobre ese futuro, esa poca capacidad de inserción en el cambio social que de hecho acontece. Y cómo se ven insertados en esa juventud que es más amplia que el grupo social, cultural o de clase que conforman, conformamos… Y cómo interactúan con esa idea de juventud y de los discursos sobre ella…

Guay (Lucía) : Que es super extendida, ¿no? Que va desde los pibes…

Guay (Macarena) : Que en la escuela “los pibes no leen, no estudian…”

Guay (Lucía) : Lo dijo Cristina hace unos días, yendo también a lo que nos interpela como militantes. Desde eso hasta que Milei ganó porque lo votaron los jóvenes. En la amplitud de esa construcción sobre la juventud, ¿cómo interactúan con ese discurso? Si se identifican con ese discurso sobre la juventud…

Guay (Macarena) : Si se sienten interpelados…

Guay (Lucía) : ¿Cómo le respondemos también a esa construcción sobre la juventud y de cuánto de eso nos hacemos cargo y de cuánto no? A mí hay algunas cosas que me interpelan incluso como joven, me incluyo en el grupo…

Eugenia : Sí, no sé, ¡qué amplio!

Guay(Lucía) : Agarren alguna puntita de todo esto.

Guay (Macarena) : O cómo pensarse como parte de esa misma generación. A mí me cuesta un montón y pienso “yo no caigo en esa bolsa”; y sí, solamente pasa que tomé otras decisiones…

Guay (Lucía) : A mi lo de la formación  y la lectura me super-interpela, pero también son otras condiciones y otro momento, y las ofertas de lectura son enormes. Lo digo como doctoranda incluso. Me interpela el discurso sobre la juventud. Y hasta a veces la derechización también me genera preguntas sobre mí, sobre mis amistades, sobre un montón de cosas.

Sofía : Me genera muchas preguntas, siento que en algunas cosas encuentro esos discursos plasmados en la realidad. Pero a veces me doy cuenta que no me pongo a reflexionar tanto al respecto porque ya me tiene un poco cansada, me genera un poco de rechazo -igual es algo que pasó siempre, no es algo propio de ahora-, tanto discurso sobre la juventud desde obviamente generaciones más grandes, y no hay ni un ápice de sentido de responsabilidad frente a esa juventud. A veces no entiendo en el mundo de quién piensan que se formó esta juventud, o sea, quiénes son los padres de estas personas, quiénes gobernaban cuando estas personas estuvieron creciendo, quiénes son los directores de sus escuelas, los jefes de sus instituciones, sus jefes laborales. No sé de dónde piensan que salieron. Eso me genera un poco de rechazo frente a esos discursos que a veces tienen una realidad efectiva… Son otras generaciones jactándose de las condiciones en las que ellos fueron criados: “yo cuando era chico leía muchos libros”. No sé, esos libros no los escribiste vos, qué suerte que tu familia tenía libros, que podías hacer eso. Y no fui yo la que inventó el iphone, el celular, el internet ni tiktok. Esa desconexión lleva a esa cosa de a quién hay que apuntar con el dedo, que es medio absurdo. Después, obviamente, dentro de las mismas generaciones se empiezan a generar brechas re grandes. También eso que englobamos como juventud en términos amplios es muy diferente, atravesado desde experiencias políticas hasta por la tecnología. Es muy difícil comparar cómo fue la formación de tu subjetividad si conociste el celular, el internet o las redes sociales a los 14 años que si lo hiciste a los 5 o a los 3…

Eugenia :  Si viviste también una pandemia en años donde la sociabilidad era crucial.

Sofía : Total. Reconocemos que actualmente hay muchos cambios, que la vorágine, que la revolución tecnológica es total y qué sé yo; pero a la vez seguimos usand o las mismas varas para medir esas subjetividades atravesadas por todo eso. Entonces siento que a veces no hay una vocación realmente de entendimiento, de buscar puntos en común intergeneracionales o incluso dentro de la misma juventud, si no tan solo decir “bueno, no, yo no estoy acá. Yo soy así, no soy asá”. Creo que no lleva a ningún lado.

Tomás : Incluso el global juventud es una cuestión a problematizar, porque si la gente más grande, o sea, si ustedes dicen “somos juventud,  pero no somos juventud”…

Guay (Lucía) : Yo soy juventud…  (Risas) 

Guay (Macarena) : Yo desde que nací, no. Siempre fui una vieja. ( Risas)

Tomás : Yo con mis hermanos me llevo 7 y 14 años. Y los 3  vivimos cosas totalmente distintas. Me encuentro con 23 años diciéndole a mi hermano “no, bueno, pero yo le tenía que poner un protector a la pantalla de la computadora porque antes te hacía mal la luz”. Es raro: hay formatos, tecnologías, cosas que eran imprescindibles para la socialización hace 10 años, no más, que ahora no existen. Eso también habla un poco del desarraigo que tenemos. No sé si llevarlo a la cuestión de si nos adaptamos a los cambios los que somos jóvenes, ya que hay un estereotipo de que el joven se adapta rápido a los cambios. ¿Nos estamos adaptando o ya asumimos que somos viejos? Porque nosotros, que somos estudiantes avanzados -Euge se recibe en una semana-,  ¿no decimos “uy,  qué viejos que estamos”, no nos auto asumimos ya como viejos para enseñarle a los jóvenes? Por más que estén en el secundario, ¿cuántos años les llevamos? El profe copado, cuando yo iba al secundario, era el que sabía la referencia de los Simpsons. Ahora yo quiero ser ese profe copado, y no lo va a cazar, voy a quedar como un loco haciendo memes de los Simpsons. Y eso habla de una  brecha generacional que vos decís pero, ¿hace cuánto?

Eugenia : Ambos lo venían diciendo, incluso ustedes chicas, esto de lo abstracto del concepto de joven, que podés elegir abordarlo por la cuestión etaria -“bueno, es joven ese que tiene entre 13 y bla”-, o si es una identidad que reconocés y de alguna manera volvés propia. No sé, siento que todos nos auto percibimos jóvenes pero  ¿qué significa eso para cada uno de nosotros? Tambié n estoy muy atravesada por estar estudiando Historia general 6 (Risas), pero es evidente que algo que está pasando, de los 70 y de los 90 para acá, es que hay una pérdida de gravitación de cosas que quizás antes constituían mucho la identidad de las personas. Bueno, el trabajo. O sea, yo antes que nada soy trabajador de Astillero de Río Santiago y ahora no sé qué… Sí, a nosotros quizás lo que nos reúne es que somos estudiantes y es como nuestra identidad, de hecho creo que capaz nos identificamos antes como estudiantes que como jóvenes; y si no fuésemos estudiantes no sé cómo nos identificaríamos cada uno de nosotros. Quizás en sí mismo hay una potencia que supo tener la juventud, o que quizás no se perdió, hay que pensarlo.  No sé hoy por hoy qué implica la juventud. Creo que hay una cosa que es muy amplia, propia de este clima de época que vivimos. Y también la juventud como chivo expiatorio, “no, bueno, los pibes son todos burros”. Yo no sé si ganó Milei porque los pibes son libertarios; de hecho, si es la aproximación a la política que tienen, enhorabuena, capaz que es un fenómeno y está bueno que discutamos con esos pibes que de repente… No sé, es más complejo.   Guay (Lucía): Fiscalizaron… Me acuerdo de eso, ayudé a unos pibes, adolescentes, a escribir, porque no sabían escribir correctamente, y como que era un acercamiento a la política desde ese lugar… Me acuerdo que me pasó eso en las elecciones. ¡Guau!

Eugenia : Y te preguntás qué es este fenómeno tan nuevo que surge del fracaso de nuestros cuatro años y del macrismo, que acerca a estos pibes de una manera que nosotros no sabemos cómo hacer. Es fascinante para mí…

Guay (Marcelo) : Se están politizando, una bandera que tradicionalmente era del movimiento popular y que además fue un rasgo identitario del kirchnerismo, repolitizar; nosotros nos repolitizamos. Muy interesante…

Guay (Lucía) : Sí, dentro de las estructuras que propone la democracia también, aprendiendo cómo funciona, cómo es formar un partido, ganar las elecciones. Pero, bueno, con una perspectiva de derecha absoluta.

Guay (Macarena) : Sí, también con una perspectiva como si fuese la primera vez, como si no hubiese necesidad de enlazarse con algo detrás…

Guay (Marcelo) : Y un gesto de rebeldía también, ¿no? Hay que ver hacia qué se dirige esa rebelión pero bueno, vuelve un gesto de rebelión al fin y al cabo. 

Mateo : Para mí la cuestión de la juventud, así en abstracto, es difícil, es una cosa muy amplia de pensar. Pero para traer a lo concreto esto que estamos hablando, los jóvenes de entre 16 y 21 años votan mayoritariamente a Milei y eso es un hecho fáctico que nos va a hacer hablar de la juventud que está perdida. (Risas) Pero esto que decías de la potencia perdida, yo creo que tiene que ver con la fragmentación y con la falta de diálogo intergeneracional, que se fue destruyendo; y antes, aunque no viví antes, calculo que había como una cultura común, unos canales de televisión que eran todos los mismos, unos diarios que eran limitados, unas visiones del mundo que iban de acá hasta acá. Y todos sabían qué estaba de moda. Ahora son burbujas tan distintas que la comunicación entre tu viejo a quien capaz le gusta el rock nacional y vos, una adolescente que le gusta el kpop, hay un abismo, que son sentidos y mundos que se construyen tan por fuera. Es medio feo de decir pero son como juventudes sin historia, juventudes que están como pollitos en el mundo que dicen que no saben lo qué pasó antes, entonces dicen “todo malo lo anterior”. No sé, desconocen que esto ya pasó acá, “¿no viste esta peli?” Entonces, es complejo abarcar la juventud como sujeto, pero creo que efectivamente hay una juventud actual que encuentra futuro en Milei, encuentra futuro en confiar en la mano invisible del mercado, encuentra futuro en Elon Musk, encuentra futuro ahí, en la individualización. Y no encuentra futuro en estas formas que capaz son viejas de la política, de construir lo colectivo, de hacer cosas porque sí, porque no hay ningún tipo de beneficio. No sé, venir a la mesita más horas, ¿en qué me va a beneficiar? Que estoy perdiendo el tiempo me va a decir una persona con esta lógica. Y, además, todo está tan atravesado por la geopolítica y lo digital y las subjetividades… Yo me reconozco como joven pero, a la vez, difiero tanto con lo que se piensa del joven, porque nada… A mí me gusta mucho escuchar música vieja, ponele, música de los 70, y eso ya deja de ser joven, como si los jóvenes ahora so lo escucharan Nicky Nickole, reggaetón, trap, no sé, Wos como mucho, con mucha suerte. Es complejo habitar la juventud en este contexto en donde está todo tan fragmentado. También siento que la capacidad de tener lazos intergeneracionales con docentes, con tus papás, con tus abuelos muchas veces te nutre y te hace tener historia. Siento que eso es lo que falta, acá hay mu cha gente de historia, pero que falta historia.

Malena : Es muy difícil, o por lo menos lo es para mí, pensar ya qué es una comunidad, creo que hay más que nada nichos, y que está todo muy compartimentalizado. Y justamente pensaba: somos jóvenes igual que esos jóvenes libertarios, ¿dónde está la comunión, qué nos relaciona con ellos? Me pregunto, no tengo idea. Es muy difícil pensar dónde hay algo un poco más grande que nosotros.   Mateo : El desafío es, para mí, hacernos todos uno, habitamos el mismo suelo, esta es la misma patria, este proyecto va por acá. 

Eugenia : Eso es recontra envidiable, siento que esos pibes tienen algo que nosotros no tenemos, tienen un proyecto, una hoja de ruta de hacia dónde se va. Y eso siento que hoy por hoy nos falta mucho, de la dirigencia… Siento que hay un vuelco muy hacia lo sectorial de las discusiones, de las reivindicaciones. A nosotros en la universidad nos pasa y falta eso que decía Tomi eventualmente trascender lo sectorial y que se vuelva una agenda más… 

Mateo : No sé si tienen una hoja de ruta, yo diría que tienen algo a lo que oponerse y no quieren ser, para  ser todo lo contrario. 

Eugenia : Bueno, pero quizás la propia anulación de un otro es una hoja de ruta en sí mismo.

Mateo : Claro, puede ser. 

Tomás : Vuelvo a algo que había dicho al principio: cuando nos pusimos a discutir con los compañeros, una cosa que salió es pensar en esto del eterno presente, el no tener historia. Todas estas cosas surgieron y después coincidimos con el análisis que hizo Euge: hay algo nuevo con Milei, que es que politiza, piensa un horizonte que no nos gusta, pero al fin y al cabo es un horizonte. Empezó a hablar de futuro y al hablar de futuro habló también de pasado, porque rescató a ciertos sujetos que hablaban de un posible futuro en su presente: Alberdi, Roca, los austríacos, etc. Y en este presente, en el que pareciera que no hay absolutamente ningún horizonte desde ningún lado, eso convocó a esto que nosotros llamamos juventud. Y parece que se reinstauró -si es que en algún momento lo perdimos y pareciera que sí, que en algún momento se fue- una pelea de vuelta por recobrar los sentidos de lo que es el horizonte futuro, pensar qué rescatamos del pasado, cómo lo rescatamos, cómo lo miramos desde nuestro presente. Volvemos a discutir todo eso. Que por ahí acá lo discutimos siempre, pero en general hay una juventud ajena a los ámbitos de discusión que nosotros tenemos que está discutiendo estas cosas. Y eso es recontra novedoso y es lo que nos lleva  a estar acá, discutir esto y volver a plantearnos que al final no tenemos horizonte. 

Mateo : Ellos discuten esas cosas, ¿pero dónde? En twitter. No sé qué tanta discusión… También relacionado con lo que decías vos (Anaclara): esta chica que tenía sus condiciones materiales muy afectadas y eso le hacía como ignorar todo lo demás. Pensaba, qué loco que esta gente, este fenómeno nuevo que compra el nuevo horizonte para mejorar tus condiciones materiales, a la vez está muy preocupado por lo cultural y por disputar los sentidos. Es una preocupación central de Milei cambiarle el nombre al Centro Cultural Kirchner y ponerle Palacio de la Libertad.

Guay (Marcelo) : De hecho ellos hablan de batalla cultural…

Tomás : Sí, que es de Gramsci, claro .

Guay (Marcelo) : Y la entienden en términos bastante parecidos a los que la entendía el peronismo… inversos ideológicamente, pero en cuanto al procedimiento es lo mismo.

Anaclara : Igual la identidad siempre se construye así. Soy esto y por eso no soy otra cosa. Esa diferencia me parece que es re constitutiva, entonces tiene todo el sentido que se busquen alejar del peronismo, del progresismo, de la izquierda, todas esas cosas que para ellos son toda uno sola. Nosotros también nos queremos alejar de ellos y marcar una diferencia. Entonces eso siempre va a estar. Después, coincido totalmente con lo de los nichos. Me pasó creciendo en una ciudad chica y bastante conservadora que nunca tuve razón. O sea, nunca me pasó de estar así en una mesa y que todos digan “si, tal cual”.  Jamás me pasó durante toda mi adolescencia, que encima es el momento donde… Bueno, a mí me gusta mucho tener razón… y en ese momento lo descubrí. También me gusta mucho criticar y por eso básicamente decidí estudiar sociología. Realmente muy poca gente consideraba las cosas de la misma forma, bueno, de la misma forma creo que es imposible, pero de una forma similar. Incluso esto que les contaba con el aborto: éramos 7 en un colegio al que iban 800 personas. O sea, era muy así y cuando llegué a La Plata me pasó que dije “epa, acá están todos a favor del aborto,  son todos feministas y se usa la X y no te van a desaprobar si ponés una X; podés hablar de un montón de cosas y podés decir que tenés una postura política y argumentar desde ahí y no por eso es menos válido lo que tenés para decir”. Y dije “listo, el arco iris”. Y en realidad era un nicho, o sea, perdón, pero  es así, era un nicho al que entré, que es la Facultad de Humanidades, que fue después la militancia. Pero también pasó allá, en mi ciudad, que todo esto creció un montón y ahora de repente vuelvo y hay marchas masivas del orgullo y antes no había marchas del orgullo. Ha cambiado tanto y es porque así como hubo generaciones que nos sentamos a discutir y  todos nos decían “mirá flaca sos medio fantasiosas vos”, después hubo otra gente que se sentó a discutir y que convenció a otra gente y así se armó. No sé, a veces siento que a esos pasos chiquitos los vemos como algo tan mínimo, no tan importante, y en realidad son claves; porque si algún día alguien te interpela, ni siquiera digo te convence, te prende ese foquito de la curiosidad  y el no estar de acuerdo y el de querer ver otra perspectiva… Eso es re valioso porque además descubrís esa potencialidad en vos mismo y eso se va multiplicando. Y no lo digo en términos de “wow, este genio!” Lo decía Cristina el otro día: los próceres no es que decían “che soy re capo, soy Belgrano, voy a ir a convencer a todos estos de que le pongamos un poncho a los cactus.” No, había otra cosa ahí,  de justamente generar colectividad, como este sentido más de identificación con algo en común. Nada, eso por un lado y después hablaría siempre de juventudes, estoy a favor de hablar todo en plural, juventudes, estudiantes… Para mí no existe la juventud, el estudiante, la feminista, hay una diversidad hoy en cada campo que habitamos que me parece imposible… Odio los conceptos en singular, así que hay miles y diversas formas de vivir la juventud y creo que con estas juventudes con las que en un montón de cosas no coincidimos, y llega un punto en el que “mirá, la verdad que no vamos a coincidir jamás, no hay punto en común”. Sin embargo, sí hay algo que es muy difícil no compartir, porque es muy difícil no enojarse y no hartarse cuando muchas veces la realidad se presenta como injusta todo el tiempo. Por ahí en lo personal tuve un montón de oportunidades que hacen que mi realidad sea menos injusta que la de un montón de personas, pero la verdad que es un azar bárbaro, entran a jugar privilegios, oportunidades y hasta suerte, que no la podemos controlar. Esto que decías: yo justo entré acá y podría haber entrado 15 escalones más abajo y no dependía de mí quizás, o quizá en algún mínimo punto sí, pero se presenta de esa manera. Es muy difícil no hartarse de eso, porque además constantemente nos están diciendo un discurso sobre el mérito y siempre parece que hay que esforzarse más y sin embargo uno se esfuerza más y tampoco llega, ¿no? Hay un montón de cosas que son injustas y eso es lo que de algún modo nos puede llegar a unir. El tema es que, obvio, vino de repente este tipo, o viene uno de tiktok y te dice “si hacés criptomonedas, te va a ir bárbaro” y capaz que vos decís  “¡ah!, es por ahí”. Bueno, para mí no es por ahí. Y  está de nuevo esta posibilidad de tomarnos en serio,  no sé, hablar con respeto, mano a mano, charlar, putearnos si hace falta, pero desarmar esas cosas y poder construir otras, ¿no? Aunque no los veamos, nos re cueste y nos dé bronca,  yo creo que hay puntos en común con, entre comillas, esa juventud mileista, que tienen que ver con el hartazgo, las no respuestas que te da la realidad. Lo bueno y a la vez malo, porque implica quizás un ejercicio más a largo plazo, que es algo muy difícil… Es muy difícil hoy apostar por algo a mediano o a largo plazo, porque viven diciendo “dale, invertí por Ecuador y vas a ganar 100.000 euros”. No sé, es muy difícil pero es lindo también, y me parece re productivo poder decir “bueno en este hartazgo intentemos construir algo”, no sé si alguna solución, porque capaz es como muy difícil, pero creo que tenemos eso en común y que realmente volviendo a esas bases de poder charlar, intercambiar, pensar ideas… sí tenemos algo en común, pese a todo lo que no tenemos. Y la decisión que hay que tomar es qué nos pesa más.     Sofía : Yo también comparto eso. Primero que obviamente no todas las juventudes votaron a Milei, pero no creo que la juventud que votó a Milei esté perdida bajo ningún concepto. No creo tampoco que los votantes de Milei sean equivalentes a un convencimiento total de lo que Milei representa, que también es muy ecléctico y cambiante y es muy fácil  comprar solo una parte. Esa masa de votantes es muy muy diversa y siento que obviamente tenemos un montón de cosas en común. Es muy clima de época, o por lo menos me da esa sensación, pensar que con alguien que vota distinto que vos no tenés nada en común. Me parece totalmente exagerado y no sé en qué sociedad aspiramos a vivir, ¿en una en que todos votemos lo mismo y además en la que votar lo mismo equivalga a que todos pensemos lo mismo en todo? Hay una idea de polarización… La nueva grieta está en todo, entonces es… Ya estábamos hablando de discusiones internas dentro del feminismo… Siempre va a haber diferencias, el tema es que si le tenemos tanto miedo a esa diferencia o tanto rechazo, anula por completo la posibilidad de construcción. Obviamente que tenemos un montón de cosas en común, no pienso que toda la gente que votó a Milei sea totalmente antipatria, hiperindividualista. O sea, no creo que eso sea verdad, la gente es mucho más contradictoria de lo que pensamos…  Nosotros mismos no tenemos una coherencia en todo lo que hacemos y para nada están cerrados esos diálogos. No sé qué aspiramos construir si dejamos a toda esa gente afuera. Y después, pensando en esa potencialidad más desde como lo vemos nosotros, pensaba en cuántas cosas, cuántas muestras de potencialidad de las juventudes tenemos también enfrente y que tal vez no vemos o no reconocemos tanto.  Este cuatrimestre hice un taller pedagógico con Sandra Raggio y Ana Barletta, que abordaba el tema del programa de Jóvenes y Memoria. Y ves las producciones de chicos de secundaria, de algunos lugares de la provincia de Buenos Aires -de este año, del año pasado y del anterior-, y son impresionantes. Y estaban con récord de inscripciones, una cantidad de pibes impresionante que se juntan, investigan, hacen un proyecto colectivo, tienen una perspectiva de derecho, más allá del tema que elijan hacer. Son cosas re zarpadas y quedan invisibilizadas, pero puede ser algo recontra transformador con esos chicos. Obviamente que muchos de esos chicos habrán votado Milei y una cosa no quita la otr a. Y después, no sé, en las prácticas vemos registros de clase de otros practicantes que han dado clases y las cosas que surgen ahí, las cosas que les contestan los chicos, las tareas que hacen, hay mucha potencialidad ahí. Lo mismo con esto de la politización: sí, es por derecha, pero hace dos años nos estábamos quejando de que a nadie le importaba la política. Bueno, ahora les importa. Al final lo que queríamos era que fuera tal cual como nosotros queríamos. Pedíamos que se politicen, bueno, se politizaron. Con la Secretaría de Derechos Humanos tenemos un proyecto de extensión en la Casa Alaye en Mosconi, que básicamente hacemos actividades recreativas para chicos de primero, segundo, tercero de un cole que está ahí cerca… Es algo totalmente opcional y viene el que quiere, los sábados al mediodía de 1 a 3. Yo pensaba que nadie iba a querer gastar su sábado en ir ahí y, es impresionante, van los chicos, van un día e invitan a otro amigo y vuelven; incluso los que hacen como que no les importa, pero están ahí porque ellos quiere n. Hay una voluntad de construir un montón de cosas, incluso en contextos re difíciles a veces. Siento que hay tanta potencialidad y estamos tan encascados en pensar todo lo que hacen mal o lo que hacemos mal que, no sé, siento que es como muy injusto ese balance de la juventud perdida. Y encima pensar que no hay un diálogo ahí. Cuanto más chicos deben percibir también una sensación de rechazo de todos hacia ellos, que aumenta esa idea de incomprensión y realimentamos la cuestión del nicho. Siento que es muy chocante, o sea, ¿decirle un pibito de 13 años que es un facho? ¡Pará!, ¿qué pasa? Ya es tipo violento incluso. Pero, bueno, nada, hay muchos puentes por tender y hay mucho más que nos une.

Guay (Marcelo) : Fuera de guión, pensaba que por ahí sería interesante hacer un ejercicio un poco conductista de pensar sinónimos de progreso hoy ¿qué sería para cada uno, cada una de ustedes hoy, qué significantes serían sinónimos de progreso hoy? Para nuestra generación era revolución, tecnología, viajes espaciales…

Anaclara : Ah, ¿no se puede decir viajes espaciales? (Risas)

Guay (Marcelo) : Sí, se puede decir.

Sofía : Inteligencia artificial…

Anaclara : Mejores de condiciones de vida.

Mateo : Más igualdad… Un poco fantasioso…

Sofía : Creo que el derecho a poder proyectarse, a poder tener una expectativa de futuro un poco más certera, a que no sea tan utópico pensar un proyecto de vida.

Tomás : Sí, yo lo resumiría en la palabra bienestar por ahí. Para mí, bienestar.

Eugenia : Sí, estar mejor que antes.

Mateo : Sí, pero armar más comunidad, no sé, reunirnos en vez de separarnos; o apostar a eso por lo menos.

Malena : Sí, poder compartir más también.

Eugenia : A mí necesariamente me lleva reminiscencias como muy liberales de progreso, evolución, como una línea específica de cómo deben ser las cosas, pero no sé…