Desde que Raúl Cerdeiras comenzó a traducirlo y publicarlo en la revista que dirigía –Acontecimiento- allá por los años noventa del siglo XX, la obra de Alain Badiou ha tenido un enorme crecimiento respecto de su recepción en el país.
Acerca del fin, las conversaciones que Badiou sostiene con Giovanbattista Tusa, publicadas este año por la editorial Tinta limón, vienen a poner en conversación, también, dos “tradiciones” del pensamiento crítico contemporáneo: la que sostiene el propio filósofo enrolado en los setenta en el maoísmo, con quienes rescatan –rescatamos- el espacio de reflexión abierto por Gilles Deleuze y Félix Guattari –como la editorial que lo publica-, que a su vez expresan genealogías filosóficas diferentes (el platonismo de Badiou resulta intolerable para el spinozismo/nietzscheanismo de los autores de Antiedipo).
La conversación en el centro de la escena es una escena, precisamente, que Badiou viene sosteniendo no sólo a través de las diversas charlas y seminarios que brinda en distintos lugares, sino también en este tipo de intervenciones, que ya había realizado junto a Peter Engelmann, y que fueron publicadas bajo el título de La filosofía frente al comunismo. De Sartre a hoy. Conversación, diálogo, debate, polémica, discusión –entonces- como modos de abordar el que-hacer filosófico que ligan la tradición con las ansias por intervenir en el hoy.
Desautomatizar la mirada
Giovanbattista Tusa destaca la extrañeza que el compromiso filosófico produce en los sujetos, y pone de relieve la nueva manera de ser que nos convida el acontecimiento si le somos fieles, es decir, si somos capaces de sostener la fidelidad hacia aquella situación que el acontecimiento abrió. En este sentido, rescata el elemento de conmoción que implica el acto de filosofar, alejado de la vulgar noción de contemplación. También rescata la importancia “estratégica” -diríamos- del análisis de la relación entre sujeto y verdad.
El libro deja entrever, en este sentido, una hipótesis de triple dimensión. Por un lado, el individuo es pre-sujeto. Por otro lado, el sujeto sólo adviene de una ruptura/acontecimiento. Finalmente, sujeto y verdad son excepciones al estado de situación.
La ruptura, obviamente, debe ser interpretada en tanto “escisión” con el mundo tal como se nos presenta (“El mundo contemporáneo propone a los individuos todo salvo devenir sujetos”). Por supuesto, la verdad y el sujeto, como excepción del individuo y del saber, se producen en una excepción que no deja de ser inmanente. Y de allí la paradoja. “Entonces –dice Badiou– se me podrá decir que toda mi filosofía apunta a explicar esta expresión y la paradoja que ella representa, ya que una excepción no puede ser inmanente, justamente porque ella es excepción a las leyes de la inmanencia, y a la inversa, lo que es inmanente no puede puede ser aprehendido en una relación inmediata con lo excepcional”.
Sustraerse a la norma
“Se puede continuar”. Con esta frase Badiou logra sintetizar una apuesta que, a su vez, funciona como hipótesis disruptiva del mundo actual. Se puede continuar quiere decir, de alguna manera, es posible “sustraerse de la dictadura de la catástrofe” (capitalismo liberal + democracia parlamentaria).
¿Es posible seguir pensando en estos términos? Al parecer, para Alain Badiou –que viene insistiendo en rescatar el concepto de comunismo- sí y, al afirmarlo, vuelve a traer ante nosotros el concepto de revolución. Obviamente, sostiene que hay que pensarlo en otros términos a cómo se lo hizo durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, más allá de que rescate la visión de Trotsky al hablar de revolución permanente y de Mao Tse Tung al referirse a la revolución cultural. “Se ve muy bien que lo que se busca es una reactivación de la palabra revolución en condiciones que ya no son simplemente las del derrocamiento violento de un poder hostil, y que apuntan a la construcción efectiva de una sociedad que va a superar al socialismo hacia el comunismo, o que se va a orientar hacia la soberanía del bien común, según la definición más original del comunismo”.
Y aquí, precisamente aquí, es donde aparece la cuestión de la política, y de la organización, anunciada por la editorial en la presentación del libro, y trabajada de distintos modos por Badiou a lo largo de los últimos años, pero que aquí se presenta con una gran claridad. A saber: la necesidad de salirse de la lógica, de la “figura del dos”, para adentrarse en un tríptico que no es el de la “caricatura de la dialéctica (tesis, antítesis y síntesis), sino tres términos en interrelación dialéctica”.
Para Badiou, el problema del dos no sólo se mantuvo en la tradición del partido bolchevique (“el partido se fusiona con el Estado contra todos sus enemigos”) sino también en el “movimientismo” al que caracteriza de anarquizante (“las masas rebeldes se levantan contra cualquier forma de poder y de organización”). Por eso va a rescatar la trinidad cristiana para pensar lo que considera la fundamental distinción de la cuestión trinitaria actual entre estado del capital, movimiento comunista y organización política. La organización política (de tipo partido), entonces, será la encargada de instituir los efectos normativos de la excepción comunista a distancia del Estado y más allá de la duración de los movimientos.
Insumo fundamental esta discusión –entonces- para seguir pensando las potencialidades del movimiento, pero también sus limitaciones, así como los límites históricos que ya mostraron los modos más canónicos del leninismo. Badiou no lo dice, pero resulta fundamental leerlo entre líneas: este libro es también un convite (no a descartar sino) a releer a Lenin al compás de las luchas y los procesos del siglo XXI.
Conductor radial, editor del sitio La luna con gatillo, redactor en revista Zoom y en Resumen Latinoamericano. Coordinador de cursos de formación política para militancias de los movimientos populares. Su último libro es Desde abajo y a la izquierda.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | Universidad Nacional de La Plata
Calle 51 e/ 124 y 125 | (1925) Ensenada | Buenos Aires | Argentina