A Lamberti se lo había conocido como cuentista con libros que podían pasar del realismo de El asesino de chanchos (2010) a las fantasías de El loro que podía adivinar el futuro (2012). En 2016 publica su primera novela: La maestra rural. Una historia que mezclaba esoterismos, abducciones, mutantes, experimentos científicos y que dejaba personajes memorables, empezando por la poeta Angélica, su hijo Jeremías, el estudiante de Letras Santiago, el poeta y editor Rulo Bóveda, la vecina Esther. El terreno era Córdoba pero se extendía al universo, con una escritura llena de suspenso que se permitía momentos de humor y locura.
Este año la propuesta pasa por una masacre en un pueblito perdido en la Patagonia. Allí Lamberti se toma las libertades de contarnos una historia que comienza con la caída de un meteorito y que se entrevera hasta con un teleteatro apócrifo. Como en su novela anterior, hay una sumatoria de voces que van hilando la narración. Pone a prueba el morbo de quien lee, las preguntas tienen respuesta pero no alcanzan. Hay algo de Stephen King y David Lynch dando vueltas en Kruguer, el pueblo de postal que esconde el horror.
Las nuevas generaciones de escritores se permiten ese registro, Samanta Schweblin con sus incursiones en la novela, desde Distancia de rescate (2014) que fue una forma original de mostrar los peligros de la contaminación hasta Kentukis (2018) donde metaforiza la relación con las nuevas tecnologías y también Celso Lunghi con la novela ganadora del premio Página/12 en 2012, Me verás volver, que contaba un suicidio masivo en el interior bonaerense. Podemos sumar a Hernán Ronsino con su nouvelle Cameron (2018) donde el escenario es la nieve y un lugar impreciso que podría hacernos pensar (pese a que las acciones transcurren en el otro hemisferio) en hechos perpetrados durante la última dictadura argentina.
El género fantástico que tuvo sus referentes en nuestro país en cuentistas como Horacio Quiroga, Borges, Cortázar, pareció sucumbir en los ’60 según cuenta Abelardo Castillo en el recomendable libro de conversaciones con María Fasce El oficio de mentir: “La verdad es que yo empecé escribiendo cuentos fantásticos. Mi idea del cuento era el cuento fantástico de Poe, de Maupassant, de Borges, de Buzzati. Pero como parecía que lo fantástico no iba con nuestra generación –no olvides que empecé a publicar en los años 60-, escribí cuentos realistas. Escribía cuentos realistas para impresionar a Humberto Constantini mientras iba acumulando cuentos fantásticos, para uso personal, en los cajones. Un día descubrí que hay una manera realista de contar un cuento fantástico”.
Si Lamberti descubrió lo mismo para contar su novela no lo sabemos, pero de repente la sangre baña la nieve y no se detiene. Se sobrevive en la locura, algunos con pastillas otros no paran hasta el suicidio. Y en la cronología de Kruguer el “27 de junio de 1987 la población se reduce a un habitante”. Por allí anda el comisario Dut, del pueblo vecino, el que tiene que resolver el enigma y al que todo se le convierte en pesadilla, no le saldrán las cosas como al comisario Croce de Ricardo Piglia, porque se enfrente a lo inexplicable. ¿Qué explicación le encuentra al niño de 9 años que sobrevive de los intentos de ser asesinado por sus padres hippies cuando él quería asesinarlos a ellos? ¿Del misterio del doctor Keselman que un día se tira al vacío después de haber contemplado los momentos más crueles de su vida? ¿Y de Azucena Helm a la que su madre lisiada le arrancó un dedo y que había registrado los comportamientos extraños de sus vecinos? ¿Y el atildado Rodolfo Wairon, el presentador de la fiesta de la nieve, que de repente se empieza a sacar dientes?
Si el género terror consiste en atrapar al lector hasta finalizar el libro, Lamberti nuevamente cumple, pero en La maestra rural los momentos de humor daban respiro, mientras que La masacre de Kruguer ahoga, pide a los gritos que termine. Para quienes aún no se han acercado a su obra, se recomienda empezar con su primera novela para después quedar atrapado en la nieve, intentando escapar.
Juan Manuel Bellini es Periodista, docente de la cátedra Análisis y Crítica de Medios de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (UNLP). Trabaja además en el Programa de Justicia por Delitos de Lesa Humanidad en la Comisión Provincial por la Memoria.
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