I
Después de tanto años de historiografía, de tantos libros escritos, ¿cómo hacemos para seguir hablando de la revolución? Aunque sea el mito de origen de nuestro estado nación, y aun si le diéramos la razón a Crocce, no parece sencillo volver una y otra vez sobre el tema para decir algo, no digamos interesante, sino relativamente novedoso. No lo aclaré, pero quizás sea necesario, cuando decimos la revolución, sin demasiadas precisiones, es porque para nosotros es claro que estamos hablando de lo ocurrido del 25 de mayo de 1810 en adelante. Dudo que para algún historiador del siglo XIX argentino la idea de revolución remita antes a algún otro proceso, seguramente también a la revolución francesa, pero no mucho más allá. No es para negar otras revoluciones, solo para marcar una identificación. Con todo, el mercado editorial logró en estos años mantener cierta dinámica, y junto con las publicaciones de historiadores extranjeros que traen las grandes editoriales, es posible encontrar un sinfìn de libros de autores locales, en muchos casos la transformación de las tesis de doctorado de esos historiadores, que demuestran la potencia y la vitalidad del campo. Pasados los años centrales del momento bicentenario (2010-2016), los libros dedicados a la revolución la tienen más difícil para hacerse un lugar en un mercado editorial donde el paso parecen marcarlo otras temáticas. Sin embargo, creemos que Anatomía del pánico. La batalla de Huaqui o la derrota de la Revolución, de Alejandro Rabinovich, aunque ya tienen algunos años de editado, se merece un lugar importante, y que le prestemos atención.
II
Quizás, inicialmente, no resulte muy atractivo un libro que desde el título nos anuncia que nos va a contar acerca de una batalla. ¿Acaso no aprendimos, de la mano de Marc Bloch y Lucien Febvre, que una historia renovada tenía que discurrir por otros canales, lejos de los acontecimientos políticos, de los grandes hombres y sobre todo de la guerra o los campos de batalla? Pero creanme que este no es el típico libro de historia militar, y si bien se va hablar de la batalla de Huaqui que tuvo lugar el 20 de junio de 1811, la elección de este acontecimiento, es en realidad una excusa para hablar de muchas otras cosas más, básicamente de la revolución y la sociedad que le dio origen. En los últimos años hemos asistido a una renovación de los estudios sobre los ejércitos, los soldados, las milicias y las guerras dentro de la historiografía argentina. Y ninguno de los que participan de este sub campo, que se empezó a constituir a principios del siglo XXI, diría que lo que hace es historia militar, quizás unos cuantos sí que hacen historia de la guerra. Lo cierto es que no hay acuerdo sobre qué es lo que efectivamente se hace: ¿Historia social de la guerra? ¿Historia cultural de la guerra, siguiendo a Keegan? Pero dejando de lado la discusión más epistemológica, lo que Alejandro Rabinovich nos trae es un logrado ejemplo de cómo un viejo objeto de estudio puede ser revisitado desde una óptica diferente para, a su vez, traer nueva luz sobre un problema más grande que contiene al anterior, la revolución, y que ha sido profundamente estudiado.
III
La pregunta principal que intenta responder Rabinovich es ¿qué pasó con el Ejército Auxiliar del Perú en la batalla de Huaqui? Para los que no tengan muy presente lo ocurrido, el autor hace una recapitulación inicial donde señala el meollo del problema: el ejército se vino abajo rápidamente, como un castillo de naipes, y no solo eso, sino que literalmente desapareció. De casi seis mil hombres, luego de la batalla no quedaron más que 2000 y con muy pocas bajas en combate. ¿Cómo se explica esto? Acá es donde podemos ver el diálogo interdisciplinario que propone el libro, la verdadera apuesta de la propuesta de Rabinovich. Porque para entender qué pasó con esa fuerza militar, el autor nos plantea que el pánico es el principal elemento a tener en cuenta: “Lo cierto es que, al hallarse cortado en medio de los cerros, él huyó (se refiere al capitán Bernardino Paz) con el resto de sus hombres hasta dar con la división de Bolaños, vociferando que habían sido destrozados, que habían perdido la artillería y que estaban cortados. Es probable que solo se refiriera tan solo a la suerte de sus cuatro compañías, pero los hombres de la división de la derecha, que no sabían lo que sucedía del otro lado de la quebrada más que por el rugir de la artillería, interpretaron naturalmente que era toda la división de Viamonte la que había sido derrotada. Y los que gritaban no eran sólo vulgares soldados, sino que lo escuchaban de la boca de un señor capitán, con nombre y apellido. El efecto fue instantáneo y desvastador como el de una descarga eléctrica.”
La identificación del miedo no es lo novedoso, ya había sido señalado su presencia entre las tropas en los primeros relatos de los historiadores sobre Hauqui, sino el trabajo para comprender cómo se lo estudia en otras disciplinas, como funciona y sobre todo, de qué manera operó en la batalla sobre los combatientes y en los días siguientes. Porque como señala el autor: “Dados los tremendos gastos y sacrificios requeridos para formar un ejército, la posibilidad de perderlo de la noche a la mañana por un grito inoportuno conllevó siempre una inusitada gravedad institucional. Es posible afirmar, de hecho, que los enormes esfuerzos realizados por los Estados modernos para disciplinar a sus ejércitos, instruir a su tropa, educar a sus oficiales y regular cada segundo de la vida del regimiento, no constituye sino un intento de conjurar la posibilidad de que estalle un pánico a la hora de la batalla.”
Para explicar entonces lo ocurrido en Huaqui y la actitud de Paz y de los hombres al mando de Bolaños, Rabinovich recurre a otras disciplinas para tratar de entender los comportamientos de los hombres en situaciones críticas. Porque convengamos, que esperar formado en una línea, sin moverse, ni cubrirse, la descarga de fusil o de artillería del enemigo, como era lo usual en la guerra en esos momentos, no es una situación cotidiana para campesinos, jornaleros, artesanos, peones, que integraban el grueso de la tropa de ese ejército de reciente formación. Y para entender esto, no nos alcanza con los relatos sobre la identificación con la causa, los comportamientos heroicos o la mirada más romántica del sacrificio por la patria. Partiendo de la historia social, para entender cómo se fue armado el Ejército Auxiliar del Perú, las dificultades que tuvieron que superar los que se encontraban al mando, y cómo efectivamente se entraba a una tropa para entrar en combate, Rabinovich da cuenta del intento de la revolución por tratar de conformar una fuerza militar que le permitiera ganar en el campo de batalla y cómo ese proceso quedó trunco, incompleto, poniendo en riesgo, con su fracaso, la misma supervivencia de la revolución.
IV
Pero el libro de Rabinovich no solo es un aporte original en torno a lo que tiene que ver con la preparación previa a la batalla, las disposiciones tomadas para conformar un ejército, el desarrollo de Huaqui en sus diferentes planos y escenarios, en cómo se inició el miedo que devino en pánico y desbandada general, sino también en volver a situar la guerra en el centro del relato de la revolución. Parece una obviedad lo que decimos, porque todos tenemos presente que la revolución devino en guerra, pero no es así. No pocos de los trabajos sobre la revolución tienen a la guerra como algo que transcurre en el fondo, del que nos llega un eco lejano cuando se produce una enfrentamiento militar, en Tucumán, en Salta, en Montevideo, Vilcapugio, Sipe-Sipe o Maipú. Esto no quiere decir que se deba apostar por la simplificación y señalar que la actividad bélica se lo come todo. Es más bien situar a la guerra como estructurante del proceso revolucionario y, por lo tanto, también de la sociedad, sin negar a su vez, que las formas que tenía esa sociedad en la previa, también terminaron incidiendo en cómo se desarrolló la guerra: “En definitiva, como ya hemos dicho, cada pueblo hace la guerra de la forma que le corresponde, y no puede cambiar esta manera de combatir sin cambiarse a sí mismo en el proceso.” Lo que se propone es entender a la revolución desde la guerra y comprender hasta qué punto la guerra revolucionario adquiere un cierto aspecto en el Río de la Plata.
Finalmente, el libro se asoma a ver cómo las mutaciones que trae el momento revolucionario en el orden de lo simbólico, de lo político, de los lenguajes, y que son importantes para pensar muchas de las futuras transformaciones del orden social colonial, se hicieron presentes en el el Ejército Auxiliar en esa primera campaña en el Alto Perú y por lo tanto fueron incorporados por los soldados y oficiales de la revolución. Y aunque Rabinovich no lo diga, quizás sea esta cuestión, la politización, la identificación con un nuevo imaginario político, la que salve a la revolución de la que él dice que es su peor derrota. Aunque esto último, que Huaqui haya sido la peor derrota de la revolución, se lo podríamos discutir.
Es Profesor de Historia por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y Doctor en Historia por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Es investigador del CONICET. Su trabajo está enfocado en el proceso revolucionario, las guerras de la revolución y sus ejércitos, y la construcción de carreras políticas.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | Universidad Nacional de La Plata
Calle 51 e/ 124 y 125 | (1925) Ensenada | Buenos Aires | Argentina