El Centro de Artes de la UNLP exhibió durante el mes de marzo una muestra antológica del grupo Escombros, Artistas de lo que queda. Organizada a partir del archivo del Grupo, en la sala B y vidriera del Centro, se mostraron objetos de conciencia, documentos de convocatorias, manifiestos, fotografías y foto-performances, producidos por Escombros a lo largo de más de veinte años. Este colectivo de artistas fue muy conocido en la ciudad y en el país en los años ’90, marcando la producción de varias agrupaciones emergentes, estableciendo además nexos entre varias generaciones. Pero, como ocurre a menudo, nadie es profeta en su tierra; y al haber trabajado con un modo de hacer expandido, el arte de acción, efímero y fuera del circuito habitual de galerías en esos años, la fragilidad, la opacidad y la precariedad de la historia y la memoria actúan más en favor del olvido que del recuerdo.
Hoy la tarea parece ser la activación de los archivos y tal vez la muestra llevada a cabo en el Centro de Artes de la UNLP gire en torno a eso: la reposición de un sentido histórico y a su vez actual de la propuesta del grupo. Esta presentación, en un espacio para la divulgación de las artes en la UNLP, es muy significativo para la valoración histórica y estética del grupo en la actualidad. Como escribí en diversos ámbitos sobre Escombros, y considero necesario difundir la historia de las artes desde La Plata, me interesa comentar parte de su trabajo y biografía.
La actividad del grupo comienza con un grafiti el 9 de julio de 1988 en un terreno baldío del barrio de San Telmo, Buenos Aires, y la imagen fotografiada la envían por correo como postal. Arte de la enunciación: somos artista de lo que queda. Una pared, unos escombros, la relación entre los términos y los significantes. Al poco tiempo en noviembre del mismo año realizan Pancartas I, una muestra a partir de una marcha de foto-performances en pancartas que se exhiben debajo de la autopista, en Paseo Colón y Cochabamba en el mismo barrio de San Telmo; y que luego las pasean por las calles mostrando las imágenes de un espacio arrasado, en donde una serie de cuerpos forman figuras que evocan el horror, la tortura, el pasado reciente, la condición humana. Un enorme cartel que indicaba: Galería de Arte: Expone Grupo Escombros. Sus primeros escritos profundizan sobre las ruinas: “Expresamos lo roto, lo quebrado, lo violado, lo vulnerado, lo despedazado. Es decir, el hombre y el mundo de aquí y ahora”.
La poética de Escombros, durante más de 20 años como colectivo (1988-2010) no puede ser interpretada en una sola dirección. En parte, por su condición de pertenencia a los lenguajes y modos de hacer contemporáneos, al proceso-concepto, la hibridación y la apertura de lo artístico hacia otros territorios; en parte, también, y derivado de la praxis artística, de las diferentes interpretaciones que se ponen en juego en las lecturas y comprensiones del fenómeno estético. Sus propuestas giran en torno al restablecimiento de las utopías modernas, la acción social y el agenciamiento. Las acciones, que podemos llamar artísticas y comunicacionales, sustituyen al objeto “arte” por el concepto-idea: un proyecto puesto en marcha en un tiempo y espacio momentáneo, pero histórico. De este modo los artistas y comunicadores pasan a ser accionistas, se vuelven performativos, con la eficacia de un tiempo fugaz. Las obras de Escombros parten de una matriz mixta, van a ser el resultado de una mezcla de componentes experimentales, objetuales y conceptuales, vinculadas a la historia de los llamados nuevos comportamientos artísticos y arte expandido. Producciones que ocupan un espacio y un tiempo trastocado, resultan efímeras, destacan el proceso de lo artístico- comunicacional en el entorno social- cotidiano; que suponen una comprensión a partir de una dimensión temporal amplia: el diseño, la producción y recepción simultánea sumando las derivaciones posteriores que completan y seguirán dando sentido a una poética global. Escombros utiliza tanto los desechos de la cultura como los medios, géneros y manifestaciones contemporáneas de la sociedad. La modificación del entorno supone en ellos la incorporación del acto compartido por un sujeto colectivo y singular que establece una mínima clave para operar y una serie de actores sociales que acceden de manera consciente, inconsciente, lúdica o accidental a dicha proposición. Escombros desde sus inicios promovió una convocatoria ampliada a la comunidad artística y a la sociedad toda. Al artista performativo le sumó la idea de la creación “entre todos” con sus convocatorias como en La Ciudad del Arte, de 1989. La calle, los no lugares, los espacios renovados de ciertos museos, la tierra, el río, pasan a ser materia y contexto de una creación entre todos a partir de propuestas que generan máximas respuestas.
“La calle y los espacios urbanos, por su índole de centros de la vida comunitaria, pueden permitir que el arte vuelva a ser un instrumento de comunicación genuino y de interrelación social (…) La calle se desentiende de estas categorizaciones arte/ no- arte y enfatiza el proceso comunicacional (…)”
El territorio es un escenario de relaciones grupales e individuales, recibe y transforma las señales del hombre y de cómo interviene éste en el paisaje. Escombros captura esos indicios y produce metáforas sobre el agua, la tierra, el animal urbano. Más que un cambio de mirada sobre la recepción del arte, Escombros participa de la herencia desviacionista moderna, sin duda en el ámbito local la figura de E.A. Vigo, transformando la situación artística, en tanto situación comunicacional y afectiva, en un intercambio socializado de experiencias donde el protagonista es el sujeto colectivo y la obra deviene de las relaciones entre el espacio y las redes semánticas generadas en ese ritual.
El grupo activó una multiplicidad de dispositivos culturales que comporta muchos géneros heterogéneos y que estableció uniones, relaciones entre comunidades, acompañando el hacer común. La estética de lo roto (primer manifiesto del grupo) se planteó la recomposición de los pedazos del hombre moderno y sus expresiones artísticas. En la sociedad del desecho y la fugacidad propusieron un arte recomponiendo críticamente los despojos. De esta manera se avanza a la estética de la solidaridad desarrollada en el segundo manifiesto del grupo en 1995: El Arte de la Solidaridad, del que transcribo un fragmento:
“La estética de la solidaridad expresa la ética de la solidaridad: el artista solidario crea para el débil, para el indefenso, para el no respetado; para el que camina descalzo, tirita de frío y come basura; para el que viste harapos, vive en la calle y muere en un baldío. La estética de la solidaridad es el espejo donde el Poder contempla su propia descomposición.
En un mundo regido por la desigualdad, los ríos están hechos de lágrimas; las montañas de corrupción; los vientos de gritos; los mares de indiferencia. Ese es el mundo que expresa Escombros.
A quienes carecen de todo, los cuadros del artista solidario le sirven también para tapar las ventanas sin vidrio; las esculturas de madera para prender fuego y calentarse; las de bronce y mármol para venderlas por kilo y comprar comida; los tapices para usarlos como frazadas; los grabados para ponerlos debajo de la ropa y protegerse del viento.
El arte solidario es la nueva educación pública. La educación es el cambio a largo plazo. El único posible. Tensar el arco hasta que se rompa o romperse el brazo en el intento. Crear es un acto de máxima tensión.
Toda obra de arte solidario es un acto de conciencia. Toda obra de arte solidario es una batalla por un mundo mejor”
Las acciones artístico-comunicacionales sustituyen el objeto “arte” por el concepto-proyecto que habita los cuerpos, los lugares abandonados, la subjetividad fragmentada. El espacio se convierte en un campo de disputas por el poder, y las acciones ambientales realizadas ponen en tensión los sentidos de pertenencia, sustentabilidad, apropiación instrumental, empoderamiento. La mirada humanista del grupo Escombros interpeló los modelos sociales restrictivos que ignoran las nociones de participación e inclusión. Los espacios públicos en los últimos treinta años se han transformado en no lugares, de flujo y consumo, las zonas de lo público y lo natural fueron privatizadas, las periferias fueron convertidas en barrios cerrados y se ha transformado el entorno natural en detrimento de las energías sustentables. A su vez, la calle ganó protagonismo en la poscrisis del 2001 como lugar de disputas de sentido, de reclamos, de antagonismos. Ruinas, desplazamientos, catástrofes y pobreza se fueron sucediendo, pero también emergieron las organizaciones colectivas, autogestivas, nuevos procesos y micro políticas de activistas ambientales. La estética de la solidaridad enunciada por el grupo Escombros en 1995 es un potente material de archivo para resignificar las formas de pasaje de un territorio a otro, la escritura y sus acciones comunitarias, fijaron un arte fuera de sí, la intervención del artista junto con la comunidad. Todos o Ninguno, como su convocatoria de 1995.
Profesora y Licenciada en Historia de las Artes Plásticas, Magister de Estética y Teoría de las Artes UNLP. Trabaja como docente e investigadora en la Facultad de Artes y otras dependencias de la UNLP desde hace muchos años.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | Universidad Nacional de La Plata
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