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POLÍTICA

NICOLÁS VILELA


La organización permanente (2020)
de Damián Selci

tapa selci

El nacimiento de la razón militante*

1.  En su primer ensayo, Teoría de la militancia (2018), Damián Selci había descubierto un tema que increíblemente no estaba presente en ningún libro considerable de teoría política. La militancia constituye el actor político fundamental a lo largo de la historia y sin embargo nadie le había dado el volumen que se merecía. Hay publicaciones documentales con testimonios de militantes; hay, también, libros de análisis político sobre militancia escritos por no militantes. La novedad de Teoría de la militancia es que su autor es un militante político, por lo que –lo veremos más adelante- teoría y práctica representan un continuo de experiencia indistinguible. Asistimos a un género nuevo. Con este libro, Selci se convirtió en una suerte de “fundador de discursividad” en el sentido de Foucault; hoy es imposible referirse a la palabra “militancia” sin aludir a lo que escribió Selci. El único precedente en nuestro idioma es John William Cooke, que dejó sentadas algunas bases sobre la forma de subjetivación que implica la militancia, y que consideró al militante como identidad e interlocutor principal ya desde el título de uno de sus textos más célebres (Apuntes para la militancia). 

 

2. En La organización permanente no se trata únicamente de que la militancia sea un tema o una figura sino de que representa un campo teórico, un sistema, un punto de vista. Lo que se funda en este libro es el pensamiento de la militancia como disciplina. La palabra disciplina asume una doble acepción: por un lado, designa un campo teórico; por otro, refiere al ejercicio práctico de una conducta. Si La organización permanente funda una disciplina política (en el primer sentido) es porque antes hubo práctica disciplinada (en el segundo sentido). Como escribe Selci en el prólogo, se trata de la puesta en teoría de una experiencia de militancia orgánica, desplegada con un conjunto de compañeros/as en la localidad de Hurlingham. Los problemas que trata el libro están asociados o surgen directamente de esa práctica. Antes de su publicación no estaban sistematizadas las cosas que pasan cuando la militancia piensa, discute, evalúa, planifica. ¿Dónde estaba registrada la síntesis de una reunión de responsables políticos desarrollando metodologías de aproximación al territorio? La militancia piensa todo el tiempo, nos dice Selci, además de hacer, o mientras hace. Así nace la razón militante, que discute con el reparto de tareas que dice que habría por un lado ideólogos o intelectuales que piensan teorías y luego militantes o activistas que las ponen en práctica. La militancia es un continuo de teoría y práctica, y por eso puede observarse bajo la figura de la Banda de Moebius, una superficie bidimensional en la que no diferenciamos qué viene primero y qué viene después, qué es causa y qué es efecto.

 

3. Retrospectivamente, da la impresión de que Teoría de la militancia ya estaba preparando las condiciones para este nacimiento de la razón militante. Todo estaba insinuado en el título. De la militancia puede leerse en el doble sentido de que es una teoría que toma a la militancia en tanto tema, que “trata sobre la militancia”, y también  de que es una teoría que tiene a la militancia en el lugar de enunciador, una teoría “pensada por la militancia”. La palabra francesa sujet incluye precisamente ambas acepciones. Lo sugestivo de esta lógica es que “dondequiera que estén los problemas” (teoría o práctica), allí está la militancia. Toda crítica es una autocrítica. Una vez despejado esto, queda claro que los cuatro conceptos fundamentales que Selci difunde en La organización permanente están directamente relacionados con la praxis militante: insustancia, responsabilidad absoluta, irrelación antagónica, organización. Son formas muy sofisticadas de responder a preguntas que surgen de la experiencia cotidiana. En una época como la nuestra, signada por la falta de fundamento, por la insustancia… ¿cómo se puede pensar una utopía que contagie a otros? El concepto de responsabilidad se ocupa de esta cuestión: la militancia se hace cargo no solamente de la responsabilidad propia por los asuntos públicos sino del encuadramiento de los otros, a los que se suma para ampliar el campo de responsabilidad. A fines de 2015, el kirchnerismo había dejado picando este desafío en los territorios militantes: si lo que se construyó en términos de políticas públicas y derechos reconocidos no siempre se tradujo en mayores niveles de politización, entonces la responsabilidad por la responsabilidad del otro aparece como una forma de resolver la presunción de inocencia de aquel que se percibe inmunizado respecto de la cosa pública. Lo que Selci llama irrelación antagónica puede explicar por qué ese pasaje de una situación (mayores derechos) a otra (politización) no es necesario ni obligatorio, aunque sí es posible y deseable, y esto queda a cargo de la militancia organizada. La organización persigue el objetivo de encuadrar la responsabilidad del otro, organizarse junto con él y conducirlo políticamente.

 

4. La insustancia es el éter en que nos movemos luego de la caída de la metafísica. Ya no hay garantías predeterminadas por un Dios, por la Historia, por la Razón universal o por la vanguardia del proletariado. Todo puede ser de una manera u otra. Lo importante es saber cómo organizar la irrelación antagónica que nos constituye. Fredéric Lordon denomina “condición anárquica” a esta pregunta de cómo se sostiene una sociedad que no sostiene nada. El posestructuralismo y el posmarxismo habían advertido los límites y peligros de todo cierre totalizador, declarado lógicamente imposible. Pero esa advertencia no pudo traducirse, como en la época de la metafísica, en proyectos políticos comunitarios. La apuesta del libro es muy arriesgada porque involucra tomar las cosas precisamente en este punto y colocar a la militancia en el lugar del imposible: interiorizarlo, encarnarlo, asumirlo, hacerse responsable de la anarquía sin fundamento del mundo. La enorme sensación de libertad y de entusiasmo que emana de las líneas de este libro proviene de haberse liberado tanto de la nostalgia de los metafísicos por las temporadas inmunizantes del fundamento como de la inoperancia práctica de los posestructuralistas. El libro tiene la épica de lo fundacional: al haber descubierto un campo de pensamiento, todo se puede leer, hacer, pensar de otra manera. Con esto, La organización permanente plantea una propuesta concreta al problema práctico que implica la necesidad de conmover, de construir una idea fuerte que movilice afectos. Lo que descubre y libera este libro es que todo es posible; si no hay nada predeterminado veámoslo no como una pérdida sino como una oportunidad. 

 

5. Hay un rasgo personal de Damián que es evidente en este libro. Cuando habla, Damián tiene algunos giros muy divertidos como “vos lo que tenés que pensar es” o “pensá esto”. Y desarrolla ideas fuertes con una determinación impactante, bajo un gran imperativo de persuasión. Pero a la vez no hay nadie más interesado en escuchar al otro, incorporar nuevos conocimientos a partir de una conversación, estar abierto a lo nuevo y lo desconocido. En una entrevista Damián dijo que era dogmático para escribir y flexible para leer. Se puede traducir así: dogmático para decir, flexible para escuchar. Sólo alguien con esa confianza en lo que está haciendo pero al mismo tiempo con un nivel muy alto de curiosidad intelectual y afectiva puede fundar un campo de pensamiento, un punto de vista que entusiasme a otros. La idea de responsabilidad absoluta es la que mejor encarna ese afirmacionismo exagerado y persuasivo, a la vez que disponible y abierto al otro. La jurisdicción de lo que un militante puede hacer se amplía tanto que todos son, o pueden ser, su tema (su campo de batalla) si está dispuesto a hacerse cargo de la cantidad de otros que sea necesaria. En la práctica militante se visibiliza esa lógica: en la medida en que uno decide que un tema que ocurre en el ambiente (en la calle, en la fábrica, en una institución) es su tema, toma jurisdicción y responde por él. Para eso tiene que conocerlo y comprenderlo. Lo que desarrolla La organización permanente son justamente las consecuencias de haberse hecho cargo de ese tipo de situaciones ante las cuales otras partes de la sociedad se reclaman inocentes. Los politólogos y los sociólogos se la pasan buscando “el sujeto político” y Selci les dice, a ellos y a todos: el sujeto sos vos. Todos pueden militar. La militancia es una antropotécnica, una autocreación a partir del fracaso de la búsqueda sociológica y la distancia crítica. 

 

6. El carácter “no individual” de la militancia como forma de vida, según leemos en La organización permanente, no remite sólo a la dimensión colectiva de la política sino, más drásticamente, a la convicción de que hay militancia porque hay otro, que lo que hace la militancia es asumir la responsabilidad por la responsabilidad del otro. Es decir: se trata de pensar la vida como organización política, más allá del compromiso individual, más allá de la participación personal. Se busca la comunidad militante-organizada. En este punto emerge una irresistible circularidad: la idea de comunidad militante es el principio regulador de la comunidad militante. Lo que comparten los que comparten la comunidad es precisamente esta nada impropia. No hay fundamento de una comunidad más que la responsabilidad por organizarse en común sin fundamento. Si la comunidad organizada no tiene otro objeto que ella misma, el acto de encuadramiento o de conducción no significa que se tome al otro como un medio (“los usan”) sino precisamente como un fin en sí mismo. “La Patria es el otro” quiere decir que el otro es punto de partida y de llegada para la militancia política. 

 

7. La fundación de la razón militante es posible porque existió el kirchnerismo. Si el saldo intelectual de los dos primeros gobiernos de Perón, donde asomamos al mundo como país soberano, fue la introducción de la cuestión nacional (y de ahí el pensamiento nacional), entonces el saldo intelectual de los gobiernos de Néstor y Cristina, protagonizados por la masiva participación política de la juventud, es la cuestión de la militancia (y de ahí el pensamiento de la militancia). Por lo tanto, La organización permanente no es únicamente una esforzada teoría política para entablar un debate con el pensamiento contemporáneo sino sobre todo la puesta en teoría de una práctica que está probado que funciona. Hablamos de la experiencia del kirchnerismo durante 12 años. También de la certeza de que si Cristina pudo no ir presa durante el macrismo es porque hubo militancia y organización popular. El hecho mismo de que Damián sea Presidente del Concejo deliberante de Hurlingham debería verse como la verificación de que el pensamiento de la militancia es una disciplina que trata sobre la toma del poder, la construcción política a partir de ese poder y los objetivos utópicos a partir de esa construcción. 

 

8. En la era de la insustancia, y especialmente en un contexto de nihilismo e individualismo bastante generalizado, de obsesión por la seguridad personal, la identidad y la propiedad, este libro nos vincula con una idea de trascendencia, que tiene que ver con lo común, lo no apropiable, lo que podemos compartir todos si estamos juntos pensando en función de la primacía del otro. Hay una diferencia entre la verdadera vida y la mera existencia, que Selci menciona en el libro a propósito de Badiou: “Existir es el mero tener lugar, pero vivir es incorporarse al proceso de una verdad”. Se abre así la posibilidad de una religión profana, comunal y altamente organizada. ¿Pará que queremos vivir, organizarnos, estar juntos? Una frase del filósofo alemán Peter Sloterdijk está a la altura del titánico desafío propuesto por La organización permanente: “Quien quiera suprimir el fondo último de la mala privacidad de la existencia humana tendrá que acabar con el aprisionamiento del individuo en su pequeña porción de vida. En su lugar habría que poner una ‘obra común’ renovada. Sólo gente inmortal podrá formar la verdadera comuna, mientras que en los mortales lo que siempre domina es el pánico de la autoconservación”.

 

* Una versión de este texto fue leída en la presentación de La organización permanente el 4 de diciembre de 2020.

NICOLÁS VILELA

Es docente de Literatura y Secretario General de la Universidad Nacional de Hurlingham.