GUAY | Revista de lecturas | Hecha en Humanidades | UNLP

SERIE

CATALINA CURCIARELLO


I MAY DESTROY YOU
(2020)
de Michaela Coel

Antes de ser violada nunca le presté mucha atención a ser mujer. 

Estaba muy ocupada con ser negra y pobre

(Arabella Essiedu, episodio 7)

     En abril de 2018 con el hashtag #Cuéntalo se publicaron en la red social Twitter más de dos millones de testimonios sobre abusos sexuales, violaciones y situaciones de acoso sufridas por mujeres en distintas partes del mundo. Este movimiento fue impulsado por la escritora y periodista española Cristina Fallarás motivada por la indignación e impotencia que le había provocado -como a buena parte de la opinión pública- la sentencia del juicio al grupo conocido como “La Manada”. Fallarás inició este hilo en la red social con el relato en primera persona de una experiencia de acoso sufrida años atrás, con la presunción de que una mayor visibilidad de estos relatos contribuirían a la credibilidad pública de las víctimas. En sólo 15 días millones de mujeres twittearon y compartieron sus  historias o pusieron su voz por aquellas que ya no podían hacerlo. 

     Fallarás recuperó y analizó esta experiencia en un libro publicado por Anagrama en 2019 bajo el título Ahora contamos nosotras en el que concibe a este tipo de movimientos (#Cuéntalo; #me too; #Yositecreo, etc.) como procesos de construcción colectiva de una memoria sobre la violencia machista. Los testimonios compartidos y narrados en primera persona, según Fallarás, habilitan una identificación que puede ayudar a que otrxs le otorguen sentido a sus propias      vivencias. Como sabemos desde Halbwachs en adelante, los sentidos sobre las experiencias pasadas se construyen colectivamente desde el presente y se resignifican en diálogo con otrxs. De este modo, los recuerdos y los sucesos traumáticos vividos individualmente dejan de ser pensados como hechos aislados y privados para poder ser pensados, en este caso, como productos de un sistema patriarcal opresor. 

     Volví sobre esta idea de Fallarás cuando vi I may destroy you, una serie estrenada por HBO en junio de 2020 que obtuvo muy buenas críticas y varias nominaciones, y que nos invita a formar parte de la construcción de una memoria colectiva de la violencia machista. Los créditos de esta arriesgada apuesta se los lleva su creadora, directora y protagonista: la actriz británica Michaela Coel. La trama se construye en torno a una experiencia traumática vivida por la protagonista de la serie Arabella Essiedu, una joven escritora negra – interpretada por la magistral Michaela – víctima de una violación una noche en un pub londinense.  

     A lo largo de los capítulos Arabella recorre el derrotero de las víctimas de abuso: el bloqueo, la perturbación del recuerdo y la negación de lo ocurrido – los primeros flashbacks son interpretados como productos de su imaginación y se libra entonces una batalla constante entre la irrupción del recuerdo y el intento consciente por disiparlo-; la resistencia a asumirse como víctima – ¿cómo arrogarse tal lugar cuando hay otras injusticias y violencias como la explotación sexual, el racismo, el hambre y la desigualdad?; los arduos caminos y los límites de encontrar reparación en la justicia -aunque Arabella logre realizar prontamente la denuncia, en pocos meses la investigación del caso se cierra sin responsables; la búsqueda de otras formas de reparación posibles -el rol que tienen hoy las redes sociales como lugares de encuentro y de denuncia pública- y la importancia de encontrar una escucha empática, tejiendo redes de contención y  afecto, para la resiliencia de las víctimas.

     El personaje de Arabella es magnético. Sus ojos enormes y labios voluptuosos, herencia de sus antepasados ghaneses, la intensidad de su mirada, la vestimenta, el color de sus pelucas, sus movimientos y gestos estruendosos y también sus excesos. Arabella, como la serie, se mueve siempre en los límites. Está acompañada de sus amigxs Terry y Kwame con quienes forma una especie de “hermandad negra-millennial” que es central para su recuperación. A partir de ellxs se despliegan las historias secundarias mediante las que la serie recorre las diversas violencias sufridas por mujeres, homosexuales, negrxs y pobres en la sociedades patriarcales contemporáneas. Transcurre osadamente por las zonas grises del consentimiento, otro tema central de esta propuesta, para echar luz en la infinidad de situaciones en las que aún existiendo un marco de acuerdo, ese consentimiento es violentado y manipulado: dos hombres que simulan no conocerse para acostarse en un trío con una mujer; un hombre que se quita el preservativo en medio de una relación sexual sin acordarlo con su pareja; una mujer blanca que en una entrevista laboral se arroga el derecho de pedirle a una mujer negra que se quite la peluca y muestre su verdadero cabello; una violación en el marco de una relación consentida entre dos hombres. Las narrativas, a su vez, no son lineales, los personajes tienen sus zonas oscuras y contradictorias que problematizan el lugar común de las víctimas. También Kawme, Terry y la propia Arabella se encuentran en situaciones en las que ellxs mismxs son quienes tensionan los límites de los acuerdos.  La serie se anima a explorar y abrir preguntas sobre los cambiantes roles y las dinámicas de poder que se dan entre los vínculos.  

     Tal vez uno de los aspectos más interesantes de esta serie sea el momento en que Arabella toma consciencia de la violencia a la que fue sometida por su condición de género y hace público su relato, porque no sólo hace de lo personal un acto político, sino que podemos ver el inicio de ese proceso de construcción colectiva al que refería Fallarás. Cada unx de los personajes comienza a reescribir su pasado en diálogo con lxs otrxs y a otorgarle nuevos sentidos a sus recuerdos, incluyéndonos inevitablemente a lxs espectadores.

     La serie nos lleva a revisitar y a resignificar nuestras experiencias, sin ofrecernos respuestas y sin prescripciones.  La invitación es a la introspección, a la reflexión y a formar parte de la construcción de una memoria colectiva que nos permita romper los silencios, luchar contra los silenciamientos y que se constituya en principio de acción en contra de la violencia patriarcal.

CATALINA CURCIARELLO

Es docente de la carrera de Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación  (UNLP) y en Escuelas de Enseñanza Media de la región. Actualmente es estudiante de la Maestría de Historia y Memoria (FaHCE).