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HISTORIA
MACARENA BOCCIA

Indios, ejército y frontera (1982)
de David Viñas

     David Viñas escribió un libro que se editó por primera vez en México en el año 1982 donde se preguntó si los indios fueron los desaparecidos de 1879. David Viñas se encontró en el exilio al que lo forzó la última dictadura militar argentina y revisó los archivos de la Biblioteca Iberoamericana de Berlín. Así creó este libro que publica en ese año tan nuestro en el otro extremo de la América nuestra. Polémico collage lo llama el propio autor. El adjetivo casi no falta agregarlo, en la firma reconocemos el tono de aquel personaje de robustos bigotes, que probablemente much@s descubrimos en aquel gran video que circula en internet donde Viñas (que entre otras cosas dice una frase maravillosa “la locura no es una enfermedad de los pies”) hace que Beatriz Sarlo se levante y se vaya al decirle funcionaria (1997). Signo de los tiempos, ineludible quizás, Beatriz Sarlo (a la que much@s vimos por primera vez al decir “conmigo no, Barone”) efectivamente era funcionaria. Pasaron 40 años de la primera edición del libro en cuestión y lo que llamamos polémico ha cambiado sus efectos. 

     Pero volvamos a ese primer planteo que según Julio Vezub fue cuestionado por la simpleza de la comparación indios-desaparecidos. Es un movimiento que no tiene su fundamento sólo en una comparación de, perdón por la palabra otra vez, efectos. Es decir, no se cimenta solamente en la luz que echa la palabra desaparecidos sobre la palabra indios (y cómo no pensar al revés). Sino que se estructura en un pensamiento mayor y a la vez más complejo. La historia de las clases dominantes argentinas y su revés dialéctico, claro, la historia de los dominados, bien valdría decirlo al revés. Si bien el libro es un examen lúcido sobre la ideología de lo que comúnmente llamamos generación del 80 decir eso es decir poca cosa. Viñas no delinea solo los caracteres principales de los  planteos que podemos ver en la literatura de esos gentlemen. Sino que durante los tres núcleos que componen la obra, incrusta esa ideología en la red del capitalismo mundial, del pensamiento que se produce en Latinoamérica (pero que no precisamente es latinoamericano), del entramado autóctono de jerarquías que definen a la generación, de la historia colonial y neocolonial de estas tierras. No pensamos en esta trama tan a menudo como deberíamos. 

     Lleno de citas y citas y citas – célula primera del collage- el libro se monta sobre tres bloques con sus ritmos diferentes. El primero se ocupa de las diferentes líneas que debemos ensamblar para comprender el hecho histórico al que llamamos Conquista del Desierto o roquismo, y que en realidad se configura como sometimiento final del indio. No solo nos lleva por el laberinto de sus concepciones militares, de su ideología condensada de nacimiento del Estado liberal,  de  su concepción positivista que no puede con la “opacidad esencial” de los indios. Aquí Viñas introduce también -por ejemplo- la secuencia colonial que nota en la literatura de los gentleman, también en la literatura de frontera. Para estos muchachos, entiende el autor, ese pasado colonial conquistador es el que se enhebra en su serie histórica y los habilita. Escribe Viñas: “Si la colonia es Grecia y el roquismo Roma, ellos son Plutarco”. Así la Campaña del Desierto como continuación de la Guerra del Paraguay y también de la eliminación de los caudillos aparece como el momento final de conformación de una clase dominante pero también de la estructuración del capitalismo dependiente argentino.  En este punto algo llama nuestra atención: Roca se hace personaje en la medida que esta historia avanza porque ese itinerario de la nación también es el de Julio Argentino. 

     El segundo momento, titulado “Anexos”, analiza por un lado la redefinición (¿momentánea?) del conflicto territorial con Chile, subyacente al conflicto con el indio que se delineó en el primer bloque y  por otro lado la reconfiguración de la región del Chaco y de la relación del Estado con los pueblos que allí habitaban. Estos dos problemas estatales aparecen como los necesarios a resolver para esas élites en su maduración, pero una vez definidos se ligan íntimamente al surgimiento de la primera gran crisis de la república conservadora: lo que Viñas llama “inversión de la dicotomía de Sarmiento”. Esta primera gran crisis es en realidad producida por las falsas expectativas en la civilización que podría traer a estas barbáricas tierras la inmigración europea, también por una falsa lectura de lo que Europa era /es. Entonces la inversión de la dicotomía de Sarmiento es el deslizamiento de la figura del dominado de un sujeto a otro: del indio al inmigrante, del toldo al conventillo. Y un tiempo después, claro, a los militantes revolucionarios. 

     El último bloque “Presentaciones y testimonios” es un análisis más fino de algunos productores de ideología de la república conservadora en cuestión. Algunos “Anteriores” al hecho que contribuyen a su legitimidad, como por ejemplo José Hernández en una lectura sobre su obra paradigmática que trae luz sobre el autor más que su propia historia. Donde entre otras frases brillantes aparece ésta: “La palabra clave de Martín Fierro radica en el “pero”; la del indio es “no” y comprendemos algo sobre esa extraña idea argentina que ve en el gaucho un folklore y en el indio suciedad. Algunos protagonistas del momento de la “Culminación” como Sarmiento y su obsesión fundamental. Otros “Tardíos” entre los que encuentra a Roberto Payró y confiesa que es de los escritores con los que se puede sentir más cerca de todos los analizados por la denuncia que hace de las atrocidades y porque en parte se pretende de izquierdas. Y por último algunos más “Tangenciales” como el empresario Castro Boedo con un falso indigenismo que repite a conveniencia la mentira que se ha dicho también sobre la esclavitud en América, aquella sobre que es más conveniente un asalariado que un esclavo en términos económicos, por lo que “matar a un toba o a un mataco – desde una perspectiva empresarial- siempre es un mal negocio”. 

     Hasta aquí el repaso por el argumento del libro. Ahora algunas cosas que llaman la atención. En esta obra aparecen, callan y reaparecen algunas ideas como una luz artificial que titila en un cielo estrellado y por eso llama más la atención. Entre esas ideas, la concepción sobre una élite adjetivada en tempos: madura, reactualizada, en crisis, decadente, renovada. Y siempre hablada en singular. Arriesgamos sobre esto una hipótesis aunque el libro no vaya objetivamente más allá de 1910. Para Viñas la élite se transforma pero esencialmente es siempre la misma, de genocidio a genocidio no olvidemos la famosa celebración de la dictadura sobre los 100 años de la Campaña del Desierto que casualmente cayó en sus  manos. Los procedimientos de ambos momentos de la élite,  pero también el lugar donde ésta ubica a sus futuros dominados, que no enemigos porque la categoría de personas les es tantas veces vedada desde una óptica positivista nunca del todo desarraigada como lo comprueba el hecho de que el conflicto del Estado con el indio persiste y se actualiza en el tiempo. Amargamente lo sabemos. 

     Un problema aquí. El de la circularidad fatal, no por ley de la historia, sino casi por desgracia frente a la fuerza oscura del tiempo. Incompatible parece si lo colocamos al lado de las formas que tienen las ciencias sociales de pensar hoy. Ellas están buscando siempre el matiz, la diferencia, adecuarse a la prohibición académica no dicha de no marcar las repitencias de la historia sin antes enumerar una cantidad de matices que borre de hecho la idea misma de reiteración. No sé si eso está mal o bien. Pero Indios, ejército y frontera ayuda a pensar casi 150 años de historia. También queremos decir que esto lo hace un libro molesto, que a medida que más lo pensamos más nos indigestamos quienes queremos creer de una forma u otra que el Estado es un buen lugar desde donde –al menos- disputar sentidos.

     Un comentario casi al margen y por eso breve, pero también como una luz que titila, quizás con menos frecuencia en la obra pero igualmente destacable, la reflexión sobre las indias. No es que lo preocupe a Viñas un pensamiento feminista o una mirada de género, sino más bien nace ese pensar sobre las mujeres indígenas de la perspectiva de un intelectual algo más honesto que muchos de los de su época al pensar los problemas que atraviesan a l@s dominad@s. 

     Otra luz que titila: las ideas aquí, las ideas en este libro, las ideas dichas cómo las ideas venidas de dónde, las ideas que se van transformando en, las ideas que se juntan y hacen a. Es decir, una poética de la ideología asoma en esta obra. Cómo se construye una ideología y qué pasa con lo que le coexiste, cómo se arma un imaginario capaz de producir genocidio.  Y asoma de la mejor manera que es la implícita, la que sabe que la mejor manera de decir algo es no decirlo del todo, la manera que nos hace buscar entre líneas, subrayar y, de merecerlo, doblar la punta de la página. La que hace que volvamos a este libro 40 años después de su primera edición.  

     Dice Carlos Magnone, en un espacio muy pequeño que le dedica la revista “Punto de Vista” a este libro (y que realmente no aporta mucho), que aquí se deconstruye ese discurso de la generación del 80. A mí me gustaría decir que más bien se reconstruye. Porque para el momento en que la dictadura sucede ya habíamos olvidado tantas cosas, y otras tantas para el año de Malvinas, y otras tantísimas hemos olvidado hoy. Entonces la necesidad es de reconstruir una trama que posibilitó qué. Para eso este libro. 

     Y ese es el poder de los libros que se van transformando en clásicos. No dejan de hablar, se ponen preguntones, un día nos parece que dicen una cosa y al tiempo otras. Y pasa algo más, y al tiempo vuelvo a pensarlo distinto. 

     Quiero decir que a este libro ya debemos ponerle el mote de clásico. No sabemos a ciencia cierta en qué carreras se lee, si efectivamente forma parte de esa serie de libros que el pensamiento nacional categoriza, no sé si Viñas suele entrar en esos anaqueles. Pero lo merece. Ítalo Calvino escribió que “es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo” y que  “es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone”. Así este libro en Argentina donde el conflicto mapuche (pero también más ampliamente indígena) se reactualiza una y otra vez, eleva su voz, se silencia y al cabo de un tiempo resurge. Este libro nos habla de ese estribillo de la historia argentina con el que ni los gobiernos de mejores intenciones parecen poder lidiar. Punto límite o punto cero de la dominación occidental que hoy se reconfigura tantas veces como un punto ciego de quienes creemos –buscamos – la justicia social.  

MACARENA BOCCIA

Es profesora de Historia por la UNLP