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POESÍA
MARTÍN BAIGORRIA


Lexikón (2022)
de Sergio Raimondi

lexicon

     En 2001 Sergio Raimondi publicó Poesía civil. Más de veinte años después saca su segundo libro. En el medio hubo un proyecto titulado “Para un diccionario crítico de la lengua”, cuyo eje era un análisis de las palabras que conformarían al mundo actual. El Lexikón reformula ese propósito y sugiere la posibilidad de un vocabulario dirigido a épocas venideras: “Cuando hay un tiempo falto de lexicografía / específica tal vez se esté configurando / (…) la que lo dirá en el futuro” (“Zukunftpoesie”). Entre ambos proyectos queda una idea: la necesidad de armar un lenguaje nuevo o alternativo, no contemplado por los diccionarios al uso. Esta fricción con el saber de las instituciones deja entrever una de las ambiciones que caracterizan al libro. Porque no hay citas ni bibliografía secundaria, ni una enumeración más o menos reconocible de los términos centrales que integrarían nuestro “léxico social y político”. En lugar de ello, el lector se encuentra con un vocabulario conjetural hecho de siglas, palabras en otros idiomas y términos presentados con alfabetos no occidentales. Para colmo el uso del verso prioriza un discurso lleno de marcas subjetivas que abre otro abanico de preguntas: cuáles son los “temas actuales de interés”, cuándo una estrofa interviene en las connotaciones de una frase, o por qué no definir un problema a través de las formas epigramáticas. El primer libro de Raimondi poseía ya alcances muy amplios para el promedio de temas manejados por la poesía argentina, pero en el Lexicón vemos cómo las referencias se expanden drásticamente. Su propósito es asimilar la diversidad de datos producidos por la realidad planetaria –las últimas innovaciones del sistema capitalista, la historia de un organismo microcelular, el proyecto de fundar colonias en el espacio exterior, una reflexión sobre la Biblioteca Ayacucho, etc.–. 

 

     Junto a los asuntos económicos, políticos e históricos, la novedad del Lexikón es la fuerte presencia del discurso científico: “(…) un mundo apenas visto de mil atmósferas / con dorsales interminables valles fosas de subducción / inyecciones de magma basáltico y fauna batipelágica” (“Bathymetric chart”). Surgen con muchos detalles seres animados o material geológico invisibles a los ojos humanos, como si el saber técnico-científico de avanzada hubiera pasado a ser parte de la mirada objetivista. Esto también se nota en el vocabulario de los poemas, quizás irónicamente un léxico híper-específico que lleva al lector a buscar un diccionario. No vemos ahí sin embargo un gesto de exclusión –a fin de cuentas las temáticas son elucidables–; habría más bien un desplazamiento entre lo no-perceptible y los hechos grandiosos ya que el Lexikón entiende que ambos enfoques deben combinarse para pensar las alternativas de la organización social: “leer los estudios recientes de microbiología / como tratados de renovada ciencia política” (“Quorum sensing”). 

 

     Por eso, aunque se nos hable de elementos frágiles e imperceptibles, no por ello se elige el lenguaje de los susurros o retóricas similares. Además del léxico específico, domina el realismo lleno de detalles historicistas junto a una energía argumentativa que absorbe a la enunciación o la invade mediante la apostilla punzante. Ese impulso racional se nota en las regularidades métricas, la hipotaxis insistente o en la extensión misma de los poemas, que a veces recorren todas las alternativas de un problema lógico. 

 

     Pero tampoco es difícil notar que tanta preocupación ubicua e híper-sofisticada inscriben a este libro en eso que habitualmente se denomina “universalismo cosmopolita”. Solo que, a diferencia de este último (o de la mayoría de sus versiones), este no es un gesto de reconocimiento emitido desde el subdesarrollo hacia la metrópolis: “la verdadera tarea hercúlea es evitar / la idea de haber nacido en la latitud incorrecta” (p. 119); “estar en la periferia era elemento clave / para entender el concepto de desequilibrio regional” [“Estudios (nuevo plan de)”]. Raimondi propone re-pensar la cuestión nacional sin caer en los enunciados esencializantes. Se nombran zonas geográficas, también los gentilicios “chipriota”, “argentino”, etc. poseen ese sentido, y eso es parte de la intención que busca ver al planeta como un mismo objeto. El enfoque cosmopolita es constante, pero sus reflexiones atienden a los dilemas de las coyunturas locales, la diversidad de eventos y azares que las empujan de un lado a otro. Esta es una de las paradojas que atraviesa al libro: permanece la geopolítica, el conflicto y la competencia entre países; y a la vez no son tan importantes las identidades como las situaciones, sus problemas organizativos. 

 

     Entonces, si Heidegger y Adorno sospechaban de la ciencia y la tecnología, el poeta Raimondi encuentra en el programa iluminista otra noción de lo universal. Ella nos ofrece una experiencia de la técnica hecha con versos de  precisión eufónica: “desguaza la segadora pieza a pieza hasta hallar / floja la tuerca del alemite en la zona de la zaranda” (“Tester”). Sería otra manera de reescribir las condiciones del sistema planetario: quien trabaja la tierra posee un “oído absoluto” para captar el rendimiento de una máquina importada. Aunque otras veces se discuten las consecuencias del progreso donde manda la expansión de la frontera extractivista: en un mismo poema se puede usar la cabeza de Kant “coronada con un penacho de plumas variadas”, o recurrir a la ironía para señalar los presupuestos míticos del “buen vivir anhelado” (“Tekohá”). 

 

     De este modo, el Lexikón avanza hacia una comunicación más riesgosa, porque muchas de las experiencias aludidas surgen como un debate en la zafra de Camagüey: “otros no entendían bien por qué trabajar tanto / para que llegue el día en que no se trabaje más”. Esta es una perspectiva empática con las disidencias planteadas por los explotados. Menos contemplativa es la mirada frente a los enemigos de clase, sucintamente enviados a la construcción de una represa (p. 106). Las referencias a revoluciones y distintos proyectos comunitaristas buscan mostrar esos otros hechos, poco visibles frente a una historia del siglo XX pensada en clave de catástrofe. No pocas de esas escenas sugieren significados contradictorios entre sí, cabos sueltos y núcleos dramáticos renuentes a las generalizaciones. Mirada lateral sobre episodios célebres, escenas  marginales, sin  nombres conocidos; no casualmente rasgos afines al objetivismo. Porque esta ampliación del arco temático hacia los traumas del pasado es otro aspecto de un interés ya presente en Poesía civil. Mediante el objetivismo el poema pasa a discutir, como si dijéramos “de igual a igual”, con un arco variado de géneros –no solo historia nacional y economía, sino ahora también historia mundial, filosofía, psicoanálisis, informática… –. El Lexikón llega a extremos acaso impensados en los años ochenta, cuando esa corriente reclamaba para el verso las ventajas de la prosa.  

 

     El libro conecta así con otras cajas de Pandora, otros textos híbridos y ambiciosos: el Paterson de W. C. Williams, los Cantos de Ezra Pound o el último Ernesto Cardenal, el de los Versos del pluriverso. No es exagerado afirmar que Raimondi acepta las intenciones de esas obras. Véase sino el poema “Danteum”. El texto describe una construcción nunca iniciada, pensada en la época del fascismo europeo, que anhelaba reproducir la estructura de la Divina Comedia. Mientras subimos por su interior descubrimos los detalles de un monumental proyecto, ya finalizado. Si no fuera por las referencias arquitectónicas y las preocupaciones funcionales, este recorrido se parecería a un ejercicio de sublimación, tal como lo sugiere el movimiento de ascenso indicado en el poema. Pero lo que vemos es el traslado al espacio físico de una épica fundadora, un “símbolo-objeto” sobre el cual se impone la mirada racionalista: “(…) solo hay tradición si se actualiza / brindando además un material estable / ante la previsión verosímil de incendios”. El texto omite el escándalo frente a los auspiciantes del edificio; más bien por el contrario, en términos de relato histórico surge un gesto análogo al clinamen: modificar la dirección de los elementos sería darle otra resolución al desastre. 

 

     Pero ¿no hay algo más solemne que un monumento? ¿No se fetichizan ahí todos los esfuerzos humanos, convertidos en representaciones manipulables en favor de tal o cual ideología? A Raimondi quizás estas preguntas le interesen, aunque no al punto de verse inmovilizado por ellas. Como vimos en “Danteum”, no hay temor al monumento. Muy por el contrario el Lexikón lleva grabado este antipático ADN; su deseo es ocupar dicho espacio simbólico combinando las herramientas clásicas y modernistas de la poesía. Estaríamos así ante un objeto monumental –por qué no– ya que, como dijimos, a eso también aspira la concepción formal de estos “dieciséis mil doscientos cuarenta y ocho versos”. Y tampoco esa desmesura debería intimidar a los lectores, porque al Lexikón le interesa explotar las ambigüedades genéricas del enciclopedismo: “(…) era hora de discutir de una vez / la superioridad de la música sobre el arte / de ensombrecer el terciopelo calibrar / la juntura de dos maderas o conseguir la espuma / perfecta en la elaboración de la cerveza” [“Encyclopedie (ou Dictionnaire raisonné)”]. El libro posee esa doble faz: compendio de saberes que a la vez puede leerse como una hilera de pensamientos ocasionales, ya que se permite opinar sobre cualquier asunto, no importa lo distante o cercano que sea. 

 

     El resultado es un discurso universalista de izquierda que desconfía de las jerarquías intelectuales y busca otro tipo de enunciación para las determinaciones que atraviesan la experiencia humana –tema constante en Raimondi, aunque cabe advertir que la palabra “determinación” o sus equivalentes idiomáticos no están en el índice…–. Sea como fuere, quizás sea más importante señalar que en el Lexikón cada situación no tarda en ser examinada desde otra perspectiva. Esa discusión pertinaz se nota en el uso de litotes y construcciones adversativas. Actitud recalcitrante del monumento, en rigor no muy lejana a otras poéticas objetivistas. Pero todos esos debates sugieren un discurso en devenir permanente, siempre atento a un replanteo de las circunstancias en las cuales se escribe. Y ese es otro hallazgo del libro.  

MARTIN BAIGORRIA

Es crítico literario, docente e investigador.