GUAY | Revista de lecturas | Hecha en Humanidades | UNLP

POESÍA
MARÍA EUGENIA RASIC


Pasajeras esas nubes. 7 poetas bonaerenses (2022)
de Roberta Iannamico (Comp)

Pasajeras-esas-nubes-Poetas-bonaerenses

Me llega este libro en un momento en que me encuentro pensando ciertas relaciones, e implicancias, entre poesía escrita por mujeres, archivo, voz y paisaje en territorios rurales de la provincia de Buenos Aires del siglo XX. Me llega en un momento, además, en el que me mudo del querido barrio ferroviario Tolosa a un pueblo del centro noroeste de la provincia atravesado por históricos y patriarcales (Segatto 2018) procesos de desertificación (Rozitchner et al 2010) y despaisamiento (Canal Feijóo 1934), pero que, sin embargo, comenzó a volver a escuchar, hace poco y cada tanto, la bocina del tren. Por último, en un momento político (y, entonces, aquí también editorial) en el que pareciera empezar a importar qué, cómo y para quiénes se mira, se dice, se escucha, se lee y se escribe allá lejos de los grandes centros letrados. Y lo que es mejor aún: un momento en el que parecieran intentar reconfigurarse las vías de intercambio de bienes culturales (no solo económicos-productivos) de la provincia con una lógica diferente al diagrama trazado en los comienzos fundacionales. Entonces, abro este libro en Carlos Casares con la esperanza de la lluvia y el desparramo que nos prometen las nubes (también los trenes para pasajerxs) cuando pasan por estos lados. Porque estas nubes no nublan, no vacían, no silencian. Estas nubes señalan aquello que por el suelo fue escondido detrás/al costado/debajo de las horizontales líneas de frontera: una conversación sincopada entre voces y paisajes. Un murmullo inquietante que nos permite incorporar en las lecturas actuales y en las tradiciones del futuro aquellas que durante más de cien años no habíamos alcanzado a escuchar. Eso también hacen estas nubes que pasan: ponen la oreja en los lugares donde no vemos el fulgor del relámpago. 

Con una selección hecha por la poeta, cantautora, tallerista y editora bahiense-serrana Roberta Iannamico (1972) –quien reúne, compila, escucha atenta dónde acontece la poesía y escribe el prólogo de este libro–, el primer paisaje que abrimos de esta antología es el que aparece en la voz de Lorena Curruhinca (Viedma-Carmen de Patagones, Bahía Blanca, 1981). Le siguen Laura Forchetti (Coronel Dorrego, 1964), Natalia Molina (Bahía Blanca, 1973), Eva Murari (Bahía Blanca, 1974), Agostina Paradiso (Intendente Alvear, La Pampa, Tres Arroyos, Ingeniero Maschwitz, s/f), Carolina Rack (Coronel Suárez, 1981), Alejandra Saguí (Bahía Blanca, 1987). Muchas de ellas llegaron por la ruta del sur a la provincia de Buenos Aires y continuaron en movimiento. Todas llevan y traen la poesía de un lugar a otro; la ingresan y sacan de las instituciones. “La militan, la enseñan, la llevan a las escuelas, la leen y la escuchan en lecturas públicas, la publican en sus propias editoriales, organizan festivales en sus pueblos, sus ciudades” (Iannamico, 11). Así, lo que habríamos de llamar siempre desde la ficción del centro “interior de la provincia”, se expone con justicia poética a un afuera urgente, con la cual los cumulonimbus se desarman para ofrecer nuevas percepciones y otros correderos de aire. 

Ya desde el comienzo, los versos de estas poetas se ponen “a tirar piedras para hacer sapito y perturbar la superficie” (Curruhinca, 23). Entre el recuerdo del mar, del río, de las sierras, de los arroyos, del campo, del jardín florecido, del baldío, de los márgenes urbanos –aunque también del dormitorio, de la cocina, del cuerpo– la poesía se convierte en impulso, tanto para “buscar paraísos en medio del desierto” (Forchetti, 82), como para dejar de mirar el patio “con ojos de gringa extranjera” (Saguí, 169). Entonces, la serenidad con la que, en la poesía nacional escrita por algunos varones porteños del ’20, se derramaba el cielo en la casa, es interrumpida “por el viento del campo que mueve las ventanas” (Molina, 89). También por la fuerza que la historia de las aguas del Napostá remueve “en pequeños círculos” y delata “con olor descompuesto” (Murari, 99). Ya sabemos: de brazo armado contra las comunidades originarias a regadero de terratenientes agricultores; de los insistentes entubamientos y parquización a su contaminación profunda. La tarea de estas nubes que pasan es inmensa, hasta arqueológica: rastrear por debajo de la tierra, “alrededor de los caños de agua o gas/ bajo el cordón de la vereda”, las huellas de los trabajadores que hicieron el cordón cuneta o las huellas de los chicos que ya no vuelven sobre el cemento fresco (Rack, 141-142). Rastrear, a su vez, un tiempo y un horizonte cuya medida la señala el verso: “Hasta que el edificio” (Saguí, 158). Ante las políticas del olvido que la modernización ha construido (Rivera Cusicanqui 2018), la poesía aquí editada (y muchas por primera vez) es el insistente elogio de aquel árbol que crece por debajo de la vereda (Rack, 141-142). 

Así, cada poema puede ir tornándose también en una gran epopeya, cuyo heroísmo no radica en dar espectaculares batallas, incluso dentro de la misma tradición literaria. Aquí, más bien, radica (y por eso la labor es inmensa) en la minuciosa recuperación de pequeños relatos de infancia y en el valiente atrevimiento que implica “agrandar los ojos” para volver a mirar a lxs otrxs “con cuello de jirafa” (Rack, 136). También, la épica consiste en volver a mirar el propio cuerpo como territorio capaz de hacer crecer la marea en el centro de la estepa y de dar a luz un nuevo lenguaje (Paradiso 128) “desde el vértice vientre rojo de la lengua” (113). En este territorio, poblado a su vez, por momentos, de una memoria mapuche y guaraní, la poesía es el deseo de “conjugar palabras/ que sean semillas en la salita/ en el jardín del suburbio” (Paradiso. 112). La docencia en los espacios formales y no formales de educación, nos recuerdan varias de las poetas de este libro, puede ser, entonces, “una escoba de trigo/ que limpia todo aquello/ que se aglutina y soberbia (112). ¿Qué paisajes reescribimos allí, una vez que la escoba, además de barrer, empieza a dar lugar a lo que no se nombra o a lo que hasta entonces aguardaba en la voz como una “inoportuna flema/ gargareando” (Saguí, 151)? ¿Qué contornos, peso, colores y formas tiene? Si los puntos y las líneas fueron los trazos utilizados a la hora de diseñar el mapa provincial (y nacional), las letras, los versos y el ritmo son aquí, por su materialidad –a veces suaves y flexibles, a veces ásperas y pedestres–, por sus cortes, por sus bordes y por su irregularidad, paisajes con potencia reterritorializante. En el aquí y ahora que cada una de estas voces instala, puede aparecer

“por acá atrás: el gallinero                                                  y por allá: el baldío” (Saguí, 158).

También el aullido de un auto (Paradiso, 114), un faro al costado (Curruhinca, 21), el rumor nocturno de la sierra y un sapucay (Molina, 78), plumas rosas en la arena y una laguna florecida (Forchetti, 61), la sombra de un mandarino en la pared (Murari, 102). “Pasajeras son esas nubes” (Saguí, 153), y sin embargo y sin embargo, como nos enseñó a leer otra poeta (Kamenszain, 2021), en este libro “el arcoíris de la pampa nunca se apaga” (Rack, 137).  Entonces, hay resto, hay poesía, hay promesa de aires buenos.

 

 

 

Referencias utilizadas:

 

 

-Canal Feijóo, Bernardo (1934). “El asalto a la selva”. En Ñan Revista de Santiago, 2; p. 60-76.

-Kamenszain, Tamara (2021). Chicas en tiempos suspendidos. Buenos Aires: Eterna Cadencia.

-Rivera Cusicanqui, Silvia (2018). Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis. Buenos Aires: Tinta limón.

-Rozitchner, León; González, Horacio; Sorin, Jaime; Ferrer, Christian y otros (2010). Vías argetninas. Ensayos sobre el ferrocarril. Buenos Aires: Milena Caserola.

-Segatto, Rita (2018). “Ningún patriarcón hará la revolución Reflexiones sobre las relaciones entre capitalismo y patriarcado”. En ¿Cómo se sostiene la vida en América Latina? Feminismos y re-existencias en tiempos de oscuridad. Quito: Fundación Rosa Luxemburg/Ediciones Abya-Yala; p 3-11. Disponible en: https://www.unsam.edu.ar/pensamientoincomodo/files/NINGUN-PATRIARCoN-HARa-LA-REVOLUCIoN.pdfa

MARÍA EUGENIA RASIC

Es Doctora en Letras por la FaHCE-UNLP. También es docente de Literatura en escuelas secundarias públicas. Actualmente, en su formación posdoctoral, se encuentra investigando las relaciones entre arte-poesía-archivo-comunidad en territorios rurales de la provincia de Buenos Aires.