La recuperación de las figuras de Louis Althusser y Manuel Sacristán propiciada por Juan Dal Maso y Ariel Petruccelli puede ser leída como una intervención condensadora de una serie de sentidos. Algunos de ellos están claramente explicitados en el libro. Por ejemplo, la idea de que en los itinerarios de ambos pensadores se cifra una conjunción productiva de rigurosidad filosófica, compromiso político y objetivos revolucionarios. Asociada a esta idea, el convencimiento -explicitado mas no desarrollado- de que el desarrollo contemporáneo del marxismo estuvo acompañado de una pérdida progresiva de esa conjunción expresada en las figuras de Althusser y Sacristán. Los autores también esbozan el objetivo de recuperar una posición comunista crítica. Este modo de intervenir en el terreno intelectual y político también tiene resonancias pasadas y presentes. Hacia atrás, ese posicionamiento se refleja en un modo de habitar el espacio comunista en el que la radicalidad de la crítica intelectual -a las directrices del movimiento, a la ortodoxia teórica- no conllevaba un abandono del compromiso revolucionario -como sí ocurría en el antimarxismo de los liberales o de los renegados-. Proyectada hacia el presente, la crítica asume la forma de una intervención que no renuncia a la teoría ni se contenta con otorgarle un rol instrumental con respecto a los objetivos de la línea política.
Es en relación a este problema donde se verifica un sentido latente de la intervención de Dal Maso y Petruccelli. Publicado por una editorial partidaria, el libro recupera a dos autores que no resultan fácilmente traducibles a la tradición intelectual y política que lo alberga (el trotskismo). Sin embargo, en el mismo sentido crítico de la intervención de Althusser y Sacristán, los autores logran abrir un espacio de autonomía teórica en el cual la herencia del marxismo del siglo XX es procesada en un modo que excede ampliamente las líneas del movimiento político que los contiene. De la misma manera, la seriedad con la que los autores tratan las obras de Althusser y Sacristán permite dotar de cierto espesor teórico a un espacio -como el de la militancia- que tiende a priorizar la práctica política y a circunscribir el debate intelectual a un repertorio de nombres y problemas preestablecidos (Marx, Lenin, Trotski, clase obrera, revolución permanente).
Tal como reconocen los autores, un abordaje conjunto de las obras de Althusser y Sacristán conlleva un cierto desequilibrio analítico. Mientras el primero es un autor sumamente influyente, reconocido mundialmente, y con una obra que viene siendo objeto de estudio y debate desde hace décadas, el segundo es un autor circunscripto al espacio nacional español, orientado fundamentalmente hacia la filosofía y con un trabajo tradicionalmente poco visitado. Esta disparidad hace que mientras la sección dedicada a Althusser esté articulada sobre las obras y la bibliografía clásica y contemporánea, la de Sacristán sea fundamentalmente una reconstrucción de su itinerario apoyada por las pocas referencias existentes sobre su obra. A pesar de este desequilibrio, el análisis de los itinerarios de los dos pensadores implica el tratamiento común de una serie de problemas históricos. Es decir, más allá de las particularidades nacionales, la recuperación de la trayectoria intelectual de Althusser y Sacristán conduce a la restitución de procesos políticos comunes tales como el estalinismo, la Segunda Guerra Mundial, la expansión del capitalismo, la consolidación de los partidos comunistas europeos, la Guerra Fría, las revueltas de la década de 1960 y la crisis del socialismo real. Esta recuperación implica también el recorte de una serie de momentos comunes en el campo del pensamiento, como el existencialismo de las décadas de 1940 y 1950, el estructuralismo de los 1960 y 1970, y el desarrollo del posestructuralismo y el posmarxismo a partir de la década de 1980.
Al estar dividido en dos partes, el libro da cuenta de los modos específicos en los cuales dichos procesos políticos y momentos intelectuales se cruzaron en los casos francés y español. De esta manera, las figuras de Althusser y Sacristán actúan como instancias privilegiadas a los fines de identificar las particularidades de la conjunción de todos estos problemas en la historia de España y de Francia. Mientras la parte dedicada a Althusser se focaliza principalmente en las batallas teóricas entre el existencialismo y el estructuralismo, así como en las tensiones entre el Partido Comunista Francés y la radicalización del movimiento estudiantil, la sección en la que se analiza la figura de Sacristán se concentra en el peso de la tradición existencialista, las vicisitudes del movimiento comunista bajo el franquismo, la renovación propiciada por el eurocomunismo y los nuevos caminos de la transformación social abiertos al calor de la crisis de la experiencia soviética.
El recorrido por los itinerarios de ambos autores sigue un orden cronológico. En este sentido, el análisis sobre Althusser se abre con el momento hegeliano de la década de 1950 y se cierra con los desarrollos sobre el materialismo aleatorio en la década de 1980. Del trabajo sobre los escritos de Althusser y el diálogo con la abundante bibliografía sobre su obra se derivan una serie de aportes singulares. Por un lado, el libro valora de manera positiva el modo característico de Althusser de avanzar en su teorización a partir de ejercicios autocríticos. A distancia de las lecturas que han interpretado estos movimientos en términos de endeblez teórica o defección política, el libro identifica en la autocrítica una forma productiva de ajustar problemas a partir de formulaciones provisorias. Por otro lado, el análisis sobre Althusser prolonga un ejercicio ya realizado por Dal Maso en sus libros anteriores sobre Gramsci; esto es, la puesta en diálogo con los conceptos de la problemática trotskista. En este caso, se trata de una conexión entre el concepto althusseriano de sobredeterminación, según el cual la contradicción siempre se encuentra afectada históricamente, y la temática trotskista del desarrollo desigual y combinado, que atiende tanto la dimensión de totalidad como la de las particularidades históricas. Asimismo, el libro se detiene en la conocida tensión entre Althusser y el movimiento estudiantil desarrollado alrededor de los episodios de mayo de 1968. Apelando a fuentes de la época y bibliografía sobre la temática, el análisis permite matizar la idea de una contraposición absoluta entre Althusser y la radicalización estudiantil.
En el recorrido de los itinerarios de Althusser también se destacan dos análisis que entrañan potentes efectos políticos. El primero de ellos está vinculado con la lectura de Sobre la reproducción, un texto póstumo de Althusser que acompaña el célebre ensayo sobre los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE). Para los autores del libro, la interpretación desarrollada por Althusser sobre la relación entre el Estado y la reproducción de las relaciones sociales tiene una gran importancia para los debates contemporáneos en torno a lo estatal. Al señalar críticamente las concepciones del Estado como condensación de fuerzas, la operación desplegada en el libro busca contraponer la concepción althusseriana a las reflexiones desarrolladas al calor del llamado “ciclo progresista” en América Latina. Como ejemplifica la recuperación de Poulantzas realizada por Álvaro García Linera, dichas reflexiones tendieron a enfatizar el rol del Estado como un espacio atravesado por relaciones de fuerza, lo cual lo transforma en uno de los horizontes de la práctica política. Según los autores, este tipo de concepciones tienden a vaciar al Estado de su contenido de clase, reforzando de esta manera estrategias políticas de corte reformista.
El otro análisis relevante sobre Althusser está relacionado con los textos del denominado “Althusser tardío”, esto es, los escritos de la década de 1980 centrados en el materialismo del encuentro y su corriente subterránea. Estructurado alrededor del concepto epicúreo de clinamen, que refiere a la creación de un mundo a partir del desvío de los átomos, Althusser delineaba un materialismo cercano a la noción de contingencia y alejado de toda lógica de la necesidad. El camino elegido por el libro para analizar el materialismo del encuentro es la contraposición con un posicionamiento marxista, lo cual lleva a un contrapunto entre ambos alrededor de la concepción de la materialidad, el lugar de la práctica política y la consideración de la lucha de clases. Colocada en el repertorio de interpretaciones que se le ha dado este giro del último Althusser, la lectura de los autores se nos presenta como perteneciente a una perspectiva marxista clásica que ve desfavorable la apertura a los problemas del azar, el vacío y el encuentro.
El recorrido por los itinerarios de Sacristán también comienza en su juventud en la década de 1940 y culmina con sus últimos escritos de la década de 1980. En relación a sus inicios como militante, resulta interesante el repaso y análisis sobre su inserción en el falangismo y su posterior adscripción al marxismo. Lejos de una condena anacrónica a su participación en el movimiento creado por José Antonio Primo de Rivera, el libro recrea el contexto político e intelectual de aquellos años a los fines de volver inteligible la participación de los jóvenes españoles en aquella corriente. De la misma manera se analiza su transición hacia el pensamiento de izquierdas, y especialmente, su incorporación al Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC). En relación al modo en el cual Sacristán se vinculó con el corpus marxista, se analiza su estadía en Alemania y la consecuente mediación fenomenológica a través de la cual el español leyó la obra de Marx. A su vez, el fuerte peso que en su pensamiento tenían la lógica y la filosofía de la ciencia lleva a describir su aporte al marxismo como un esfuerzo por producir una síntesis superadora del existencialismo y el positivismo. En este marco, el libro desarrolla una interesante aproximación a la concepción de la dialéctica en su trabajo, la cual podría caracterizarse como una integración original entre concepción del mundo, conocimiento científico y opción política. Finalmente, se repasa su labor como editor -por la que es más conocido en el mundo hispanoparlante- y el proceso conjunto de alejamiento del PSUC en el marco de la transición a la democracia y apertura al problema de los nuevos movimientos sociales, tales como el feminismo, el ecologismo y el pacifismo.
En suma, el trabajo realizado por Dal Maso y Petruccelli propicia un regreso a dos pensadores marxistas del siglo XX apuntalado por el convencimiento de que allí se halla un modo de intervenir en la cultura de izquierdas que se revela sumamente productivo para el presente. Si bien Althusser y Sacristán no experimentaron la caída de la Unión Soviética ni el despliegue del capitalismo a nivel global, elaboraron una serie de reflexiones y desarrollaron unos posicionamientos que resultan útiles para afrontar el tiempo histórico abierto a partir de dichos fenómenos. Althusser y Sacristán fueron intelectuales comunistas que, como decía Étienne Balibar sobre el primero, no renunciaron a ninguno de los dos términos. Es decir, fueron intelectuales vinculados a partidos comunistas en un momento en que dichas organizaciones expresaron objetivos políticos de masas. A su vez, la vinculación orgánica no fue obstáculo para la elaboración de obras complejas en las que se planteaban los grandes desafíos que imponía la época histórica. Se trata, al fin, de dos comunistas críticos cuyo esfuerzo por ser simultáneamente teóricos y militantes constituye uno de los horizontes posibles para nuestra propia práctica intelectual.
Es docente e investigador en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP. Investiga sobre historia intelectual, historia del marxismo e historiografía.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | Universidad Nacional de La Plata
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